Creía lo que me habían enseñado. Los mensajes me venían desde los líderes de la iglesia adventista y de la profetisa, Ellen G. White. El objetivo principal de mi vida era ser perfecta porque Dios era perfecto (Mt 5:48). La culpa y la frustración eran mis compañeras constantes, porque la perfección siempre estaba fuera de mi alcance. Ahora, después de ser nacida de nuevo y educada solamente por las Sagradas Escrituras, la vida me parece distinta. Mi objetivo no es ser perfecta; ahora el propósito de mi vida es mucho, mucho más.

Ellen White escribió: «Los que viven en la tierra cuando la intercesión de Cristo en el santuario celestial cese van a presentarse ante un Dios sagrado sin un mediador. Sus vestiduras tienen que ser impecables, sus caracteres deben ser purificados del pecado por medio de la sangre rociada. Por medio de la gracia de Dios y su propio esfuerzo diligente, deben ser vencedores en la lucha contra el mal. Mientras el juicio investigativo está en proceso en los cielos y se quitan los pecados de los creyentes penitentes del santuario, hay una obra especial de purificación, de acabar con el pecado, entre el pueblo de Dios en el mundo. Hay más información sobre esta obra en los mensajes de Apocalipsis 14» (The Great Controversy 425.1).

El adventismo me enseñó que Cristo murió por mis pecados y que tenía que ser perfecta para ser salva. ¡Era una contradicción imposible!

Enseñaron: «La justicia de Cristo no cubrirá un pecado preferido» (Christ’s Object Lessons, pág. 316). «Nunca vamos a ver a Nuestro Señor en paz, a menos que nuestras almas sean impecables. Tenemos que cargar la imagen perfecta de Cristo» (Review and Herald, el 30 de mayo de 1882). «(Cristo) vino a este mundo y vivió una vida sin pecado, que en Su poder, Su pueblo también pueda vivir una vida de impecabilidad» (Review and Herald, el 1 de abril de 1902). «No hay seguridad, ni reposo, ni justificación en la transgresión de la ley. El ser humano no tiene esperanzas de presentarse inocente ante Dios y en paz con Él por medio de los méritos de Cristo mientras continúa en pecado. Debe cesar de pecar y llegar a ser leal y fiel» (1 Selected Messages, EGW, pág. 213). «Ni uno de nosotros jamás recibirá el sello de Dios mientras que nuestros caracteres tengan un defecto o una mancha encima. Es nuestra responsabilidad remediar los defectos de nuestros caracteres y limpiar el templo del alma de toda profanación» (Testimonies For the Church, vól. 5, pág. 214). «Aunque Dios puede ser justo y todavía justificar al pecador a través de los méritos de Cristo, ningún hombre puede cubrir su alma con las vestiduras de la justica de Cristo mientras peca intencionalmente o descuida sus deberes conocidos. Dios requiere la rendición completa del corazón, antes de que la justificación pueda tener lugar; y para retener la justificación tiene que haber una obediencia continua con una fe activa y viva que funciona por medio del amor y purifica el alma…» (1 Selected Messages, pág. 366). «Ser redimido significa cesar de pecar» (Review and Herald, el 25 de septiembre de 1900).

Era un desastre viviente, siempre esforzándome pero nunca obteniendo la perfección requerida al mismo tiempo que creía que Cristo murió por mis pecados. Tenía una «verdad» distorsionada y malinterpretada que venía directamente del engañador. Usaban los pasajes fuera de contexto y los empleaban para enseñarme mentiras.

Ahora, vivo en la luz de la gracia perfecta de Dios. Jesús murió por mis pecados porque nunca, jamás, puedo estar completamente sin pecado mientras vivo en este mundo; y cualquier persona que dice que puede vivir una vida sin pecado está engañado (1 Juan 1:8).

Vivo luchando entre la carne pecaminosa y el deseo de ser como Jesucristo, lo que Pablo describió en Romanos 7:14-25 y Romanos 8:1.

Aunque nunca seré perfecta este lado del cielo, sé que Jesucristo es mi justicia, y esto me da esperanza y mi propósito es distinto. Ahora dedico mi tiempo a la lectura de la palabra de Dios y recibo la dicha eterna a Su lado (Sal 16:11). Mi vida pertenece al Señor. Quiero decir Sus palabras y servir a las demás personas para que el Señor sea alabado por medio de Cristo Jesús (1 Pedro 4:11). Mi enfoque es Jesucristo; que sea glorificado, amado y conocido. El propósito de mi vida es crecer en Él que murió por mí y conocer Su palabra, la que me enseña quién es.

Ya no me esfuerzo para ser perfecta. Estoy aprendiendo a vivir en la gracia de Su obra realizada.


Carolyn Macomber estaba haciendo el doctorado en la Universidad Andrews cuando descubrió contradicciones entre el adventismo y la Biblia. Renunció a su membresía en la iglesia adventista en 2009. Es miembro de The Chapel Evangelical Free Church en St. Joseph, Michigan, donde es líder de un grupo de compañerismo para ex adventistas y es consejera matrimonial y familiar.