Esta columna se trata de un tema que contiene muchos desencadenantes emocionales, porque todos tenemos padres. Es más, muchos lectores de esta columna son padres. Las relaciones con los padres pueden abarcar un espectro amplio, entre relaciones cálidas y abusivas, relaciones que avergüenzan o que empoderan a los hijos, o relaciones con familiares que inculcan culpa o perdonan. Como el espectro es tan amplio, voy a limitar mi enfoque a los mandamientos de honrar a los pHonoradres y de no amargar a los hijos.

Recientemente, tuve una conversación con una persona adulta que estaba muy consternada sobre una visita que había tenido con sus padres. (Para proteger la confidencialidad, no voy a mencionar el género de esta persona.) Desafortunadamente, la madre estaba blandiendo la Biblia como una espada para evocar una respuesta deseada de esta persona. En vez de buscar puntos y acuerdos en común, la madre estaba manipulando a la persona con la Biblia. De hecho, el resultado de esta conversación no era la obediencia bíblica sino el abuso espiritual. Me entristeció escuchar este relato. La madre citó el mandamiento de Éxodo: «Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios».

Luego dijo: «No entiendo cómo puedes decir que obedeces la Biblia cuando no me honras a mí, tu madre».

La madre intentaba infringir un límite que esta persona había establecido y la madre se enojó porque no quería aceptarlo. Por otra parte, la persona quería obedecer la Biblia, pero sabía que tenía que establecer el límite.

Cuando uno esgrime con la Biblia de esta manera, siempre me preocupa. El que usa la Biblia así no pretende animar o convencer, sino producir una culpa falsa por razones egoístas, para su propia ventaja.

Seamos claros, sí creo que debemos obedecer la Biblia y honrar a nuestros padres y a nuestras madres. Pero las cosas se ponen más complicadas cuando están presentes la manipulación o el abuso. A menudo, los que dicen «honra a tu padre y a tu madre» aparentemente se olvidan de lo que añade la Biblia: «Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos…» (Ef 6:4).

(La palabra griega parorigzo se traduce «provocar la ira» o «irritar». Los padres no deben provocar a sus hijos. Del mismo modo, Colosenses capta la tensión en la relación entre padres e hijos en el capítulo 3:20-21: «Hijos, obedezcan a sus padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se desanimen». La palabra griega erethizo, que significa «exasperar» también puede significar «amargar» o «incitar». Es más, la palabra para obedecer significa «escuchar». En otras palabras, los hijos deben escuchar a sus padres porque esto agrada a Dios, y los padres no deben incitar ni amargar a sus hijos.

En otras palabras, estos versículos dicen que los hijos adultos tienen que ser liberados para vivir sus propias vidas, al igual que sus padres, que se separaron de sus padres.

¿Cómo puede uno afrontar la tensión entre las ideas de honrar a sus padres y de poner límites saludables? ¿El honrar al padre quiere decir que el hijo debe hacer todo lo que el padre pida? ¿Los hijos, aun los hijos adultos, deben obedecer a sus padres aun cuando el padre pide que la hija haga algo que vaya contra su conciencia? Estas cuestiones son complicadas. Además, cada situación detrás de estas cuestiones es distinta. Por consiguiente, no sería aconsejable escribir una respuesta precipitada a tales cuestiones cargadas de emotividad.

Sin embargo, quiero señalar una designación en la Biblia que identifica cuándo el hijo de alguien hace la transición a comportarse como adulto. Génesis 2:24 menciona que un hombre va a dejar a su padre y a su madre y unirse a su mujer. Mateo 19:5 repite este mandamiento. La palabra «dejar» en estos dos ejemplos indica una separación, casi parecida al abandono. En otras palabras, estos versículos dicen que los hijos adultos tienen que ser liberados para vivir sus propias vidas, al igual que sus padres, que se separaron de sus padres. Esta separación es difícil cuando el padre o la madre se han enredado emocionalmente con su hijo. Irónicamente, cuando el padre da a su hijo la libertad para partir, esto le da también la libertad para regresar y visitar sin culpa.

En conclusión, los hijos adultos no deben ser controlados o manipulados a hacer todo lo que el padre pide (lo cual amargaría al hijo), y la Biblia conseja que ambos, padres e hijos, den precedencia a la relación matrimonial.

Finalmente, estos mandamientos son para todos nosotros. «Hijos, obedezcan a sus padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se desanimen» (Col 3:20-21). También, estos mandamientos clarifican las cosas mientras vivimos con el amor sacrificial que Jesús dijo que sería la marca de Sus discípulos (Jn 13:35).

 


Carolyn MacomberCarolyn Macomber estaba haciendo el doctorado en la Universidad Andrews cuando descubrió contradicciones entre el adventismo y la Biblia. Renunció a su membresía en la iglesia adventista en 2009. Es miembro de The Chapel Evangelical Free Church en St. Joseph, Michigan, donde es líder de un grupo de compañerismo para ex adventistas. Su trabajo consiste en ayudar a familias a preparar a sus hijos para el ingreso a la escuela.