Nota de la redactora: Hemos recibido muchos comentarios críticos de los artículos de Martin Carey sobre la formación y las disciplinas espirituales. Aquí, él responde a algunos de sus críticos.

«Me asombra que tan pronto estén dejando ustedes a quien los llamó por la gracia de Cristo, para pasarse a otro evangelio» (Gá 1:6).

Éstas eran palabras difíciles de oír para los cristianos de Galacia. Sin duda, esta reprimenda de su líder los sorprendió; aunque la Biblia no dice cómo respondieron a esta disciplina, hoy en día es cierto que podemos aprender de su situación. Desde los días de Pablo, los cristianos han corrido el riesgo de apartarse del evangelio, así repitiendo los mismos errores. A menudo, la iglesia establecida no defendía la fe encomendada una vez por todas (Judas 1:3). Hay un ataque continuo contra el evangelio y la palabra, y dos milenios no han reducido esta amenaza. Para permanecer vigilante, el cuerpo de Cristo tiene que estar semper reformanda, siempre reformándose.

Hoy en día todavía es apropiado preguntar: ¿Quién va a pedir a la iglesia que rinda cuentas? Pablo, el autor de esta reprimenda, sentía que él era el hombre menos digno de ser llamado apóstol (1Co 15:9), pero dijo que todos los cristianos o son olor de muerte para los que se pierden o son olor de Cristo para los que se salvan. «¿Y quién es competente para semejante tarea?» pregunta Pablo (2Co 2:15-16). Aunque personalmente seamos incompetentes e inexpertos, como cristianos con el Espíritu Santo que mora en nosotros somos enviados a vigilar los dos pilares de la fe cristiana: la integridad del evangelio original (2Ti 1:8-12), y la preeminencia de la palabra de Dios (los versículos 12, 13).

Frecuentemente, los evangelios distorsionados vienen como una «nueva luz», prometiendo la reformación y el crecimiento en detrimento de estos dos pilares. Los evangelios falsos tienen una cosa en común: añaden las obras de los seres humanos a la obra cumplida de Jesucristo. Cuando los líderes cristianos cambian la esencia del evangelio, todas esas «buenas cosas» que enseñan sobre la vida espiritual son formadas por el núcleo distorsionado. Un evangelio corrompido es una levadura que se esparce por toda la masa.

Los artículos de ¡Proclamación! sobre la formación espiritual han sido recibidos tanto con aprecio como con reacciones críticas. Por consiguiente, este artículo es un intento de clarificar. Los cristianos auténticos pueden diferir, pero este desacuerdo nos motiva a profundizar más en la palabra de Dios. No es fácil probar los espíritus, y este proceso no está reservado exclusivamente para los profesionales. Aún el apoyo extensivo para de Dallas Willard y Richard Foster y su amplia popularidad no eximen a sus enseñanzas del escrutinio de cada cristiano que puede aplicar «la prueba de Berea» (véase Hechos 17:11). Por eso, nos atrevemos a probar sus enseñanzas.

Por lo tanto, aquí tenemos un breve resumen de los problemas con «la formación espiritual» enseñada por Willard y Foster, y demostramos cómo se aleja del evangelio original y la palabra de Dios.

Minimizar el evangelio

Primero, los escritos de Willard y Foster minimizan o eclipsan el meollo del evangelio, la propiciación de Jesús por nuestros pecados mediante su sangre, y lo reemplazan con un evangelio de la experiencia cristiana. El evangelio de Willard y Foster se enfoca en lo que Dios hará en nosotros, o sea, la experiencia humana. Así la cruz se convierte en un drama inspirador mientras que en realidad nuestras experiencias internas con Dios se conviertan en nuestro evangelio. Por ejemplo, la definición del evangelio de Dallas Willard basada en las experiencias espirituales es: «El Evangelio de Jesús es que la vida en el Reino está disponible para nosotros ahora. Podemos experimentar el Reino y vivir en ello por medio de confiar en Jesús para todo…»1. Algunos dirían que esta descripción describe la realidad de la experiencia del evangelio, pero es importante notar que esta definición no es una explicación del evangelio sacada de contexto de un párrafo más extenso. Es la definición oficial del evangelio que Willard ofrece y lo que se encuentra en su sitio web a pie de página. No describe el evangelio como la verdad bíblica e histórica de la obra cumplida de Jesús.

Pero el evangelio no es una experiencia. Si usamos la definición de Willard del evangelio, ¿en qué estamos confiando? En evangelio es el anuncio de la obra única y perfecta que Dios ya ha cumplido para nosotros en Jesucristo (1Co 15:3-19), más nada. Si proclamamos el evangelio histórico de la muerte y la resurrección de Jesús, y luego añadimos el proceso del discipulado a ese evangelio, entonces cambiamos el enfoque de lo que Jesús ha cumplido a nuestro progreso inadecuado. En otras palabras, la santidad no es un componente del evangelio, sino que es el fruto que crece de la raíz del evangelio.

La esencia del evangelio es la preciosa verdad de justificación mediante la fe sola, por la cual poseemos la misma justicia de Dios, sin obras humanas (Ro 1:16, 17; 15:17). Tenemos nuestra seguridad en Dios y acceso a Él solamente sobre la base de nuestra fe en Jesucristo como el Sustituto que murió por nuestros pecados y en Su resurrección; y no sobre la base de nuestro éxito al imitar Su estilo de vida. La fe salvífica tiene un objeto maravilloso fuera de nosotros: la perfección del Señor Jesús. Su justicia está más allá de nuestras experiencias o esfuerzos. Se nos imputa como un regalo por la fe sola. Si trabajamos para ganar Su justicia, ya no es un regalo sino una obligación de Dios a nosotros (Ro 4:4-5).

Sin embargo, Willard y Foster ignoran la justicia imputada. Dicen que Dios nos acepta «como los amados» con Su obra de renovación en nosotros. Ellos insisten en que la enseñanza protestante tradicional de la justificación y el perdón de los pecados solo es una búsqueda para «un boleto para ir al cielo» y omite nuestra transformación personal2. La condenación extensa de Willard del protestantismo presenta una falsa opción entre la seguridad de nuestra aceptación completa en Dios y la santidad personal; es un argumento falso. En vez de esta falsa opción entre la seguridad de ser justificados y la santidad personal, Hebreos clarifica todo: «Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está santificando» (Hebreos 10:14). El sacrificio sangriento de Jesucristo en nuestro lugar es el fundamento sólido para nuestra santificación continua ahora.

El evangelio de la cruz de Jesucristo se hace más débil cuando buscamos una relación con Dios y acceso a Él por medio de las experiencias místicas—los estados de consciencia alterada. Ésta es la experiencia central de «la oración contemplativa» como enseñan los maestros de la formación espiritual como Willard, Foster, Pennington, Merton y otros. El conocimiento místico de Dios, aparte de la Biblia y el evangelio de la vida y la muerte de Jesús, hace innecesaria la reconciliación de la obra expiatoria de Jesús. D. A. Carson lo dijo muy bien:

«Buscar el conocimiento místico de Dios sin intermediario es anunciar que la persona de Jesucristo y su obra sacrificial por nuestro bien no son necesarias para el conocimiento de Dios. Tristemente, es fácil gozar de las experiencias místicas que son agradables y desafiantes en sí, sin saber nada del poder regenerador de Dios, basada en la obra de Jesucristo en la cruz»3.

Negar la suficiencia de la Biblia

Segundo, aunque ellos aceptan el principio de la Reforma de sola scriptura, es decir, que la Biblia es la revelación suprema y autoritativa de Dios, niegan la suficiencia de la Biblia. No necesitamos autoridades menores que añaden a lo que la Biblia supuestamente carece. Como adventistas, nosotros también proclamamos que creíamos en la supremacía de la Escritura, pero nos enseñaron que nuestra profetisa, Ellen White, era «la luz menor que conducía a la luz mayor». Esta creencia significaba que junto con «la Biblia sola», necesitábamos los escritos de White como «una fuente continua y autoritativa de la verdad»4 para la iglesia de Dios en los últimos días. Para los adventistas, puede que la Escritura sea «suprema», pero es insuficiente y necesita una autoridad menor para suplementar e interpretarla.

El Salmo 19 confirma la suficiencia completa de las palabras de Dios para renovar nuestras almas y darnos sabiduría (Sal 19:7-12). La Biblia es la autoridad en la enseñanza de los temas espirituales, especialmente del camino a la salvación (2Ti 3:15-16). «Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y potencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda» (2 Pedro 1:3).

Algunos lectores se opusieron a mi descripción del profesor del seminario Talbot, J. P. Moreland, como ejemplo de un líder evangélico que no apoya la suficiencia de la Escritura. Cité una charla que Moreland dio en 2007, hablando del problema de los evangélicos en su «exceso de compromiso a la Biblia»5. Necesito clarificar esto. Moreland es un apologista prominente que ha defendido fuertemente la fe cristiana contra el laicismo y el relativismo, y ha criticado a la iglesia evangélica en «su retirada del mundo más amplio de ideas»6. Moreland y el profesorado de la Universidad de Biola apoyaban la teoría del Diseño Inteligente cuando otras universidades cristianas se daban por vencidas. Son acciones admirables, y estoy de acuerdo con Moreland en decir que algunos cristianos evangélicos son anti-intelectuales y demasiado sospechosos del conocimiento general.

No obstante, en su artículo, Moreland anima a los evangélicos a aceptar las palabras personales de Dios, los encuentros místicos, las profecías, las lenguas, etcétera como autoritativos y obligatorios en las conciencias de los cristianos 7. Pero con tantas voces que afirman venir de parte de Dios, se espera que discernamos cuáles palabras son Suyas y cuáles son solamente ruidos humanos. Moreland también cree que, puesto que el mundo espiritual es otro aspecto del conocimiento accesible a la mente humana, podemos beneficiarnos del estudio sistemático de las entidades espirituales aparte de la Biblia8.

Estas creencias y prácticas son perturbadoras y fuera del ortodoxia cristiana, y por estas razones, creo que Moreland no confía en la suficiencia de la Escritura.

Ajenas a la palabra de Dios

Junto con tales tradiciones místicas antiguas, también debemos rechazar las prácticas religiosas que son ajenas a la palabra de Dios. Cuando usamos textos como Salmos 46:10 para apoyar «el silencio y la solitud» y numerosas prácticas no bíblicas de los místicos de la Contrarreforma, en realidad estamos declarando que la Biblia es insuficiente. Es más, Foster reconoce que la Biblia no enseña todas sus disciplinas, pero insiste en que son esenciales para la piedad9. Las disciplinas religiosas nunca son espiritualmente neutrales porque llevan la teología y la cosmovisión, como el ADN espiritual, de sus religiones de origen. Las disciplinas no religiosas pueden transformar la fe de alguien, pero no confían en la palabra de Dios.

Entonces, ¿cómo somos transformados por el evangelio? Jesús dijo: «Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá» (Jn 15:7). Es la palabra de Dios que cae en buena tierra (Mt 13:23), y encuentra un hogar permanente en nosotros que produce el fruto de la fe y la santidad. Dios nos santifica por medio de Su verdad, que se encuentra solamente en Su palabra (Jn 17:17). Esta «palabra de verdad» es «el evangelio de nuestra salvación» (Ef 1:13). Sabemos que estas palabras van a producir fruto porque son las de Dios, las que nunca volverán a Dios vacías (Isaías 55:11). Entonces, ¿qué es lo que manda Dios?

«Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos los unos a los otros, pues así lo ha dispuesto» (1 Juan 3:23).

Y con respecto a las disciplinas regulares de la iglesia primitiva tenemos estas cuatro:

«Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración» (Hechos 2:42).

Notas finales

  1. Willard, Dallas, «Resources, WiIlard Words», http://www.dwillard.org/resources/willardwords.asp
  2. Willard, Dallas, The Divine Conspiracy, pág. 36, 37.
  3. Carson, D.A. Spiritual Disciplines, Themelios, pág. 36, pár. 3.
  4. The White Estate, «The Seventh-day Adventist Church’s Understanding of Ellen White’s Authority», http://www.whiteestate.org/issues/scripsda.html
  5. Moreland, J.P., «How Evangelicals Became Overcommitted to the Bible and What Can Be Done About It», http://www.kingdomtriangle.com/discussion/ moreland_EvangOverCommBible.pdf
  6. Moreland, ibid.
  7. Ibid.
  8. Ibid.
  9. Foster, Richard, Celebration of Discipline, Harper Collins, San Francisco, 1988, pág. 3.