Historias de fe

Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo:

—Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida

(Juan 8:12)

 Nací y crecí en un hogar adventista. Mi padre era educador que sirvió como director de una academia adventista en California y presidente de instituciones superiores y universidades adventistas en varios países en África. Mi madre trabajó como enfermera por muchos años en un hospital adventista en Los Angeles. Porque mi abuela paterna se había convertido al adventismo, yo podía decir que era adventista de tercera generación.

Me bauticé en la iglesia adventista cuando tenía once años. Recuerdo el día que estaba parado con otro hombre ante la congregación en mi túnica de bautismo expresando mi acuerdo con una lista de votos presentada por el pastor. Entre los votos estaban las siguientes declaraciones:

  1. ¿Acepta usted los Diez Mandamientos como todavía obligatorios para los cristianos, y es su propósito, mediante el poder de Jesucristo que habita en usted, obedecer esta ley, incluso el cuarto mandamiento, lo que requiere la observancia del séptimo día de la semana como el šabbat del Señor?
  2. ¿Acepta la enseñanza bíblica de los dones espirituales, y cree que el don de profecía en la iglesia remanente es una de las marcas identificadoras de esa iglesia?
  3. ¿Cree usted en la Iglesia Remanente de Dios, y es su propósito apoyar la iglesia por medio de sus diezmos y ofrendas, su esfuerzo personal y su influencia?
  4. Dado su conocimiento y comprensión de los principios bíblicos fundamentales tal y como se enseñan en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, ¿es su propósito ordenar su vida en armonía con estos principios, mediante la gracia de Dios?
  5. ¿Cree usted que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es la iglesia remanente de la profecía bíblica de Apocalipsis 12:17, y que la gente de cada nación, raza y lengua está invitada y aceptada en su comunión? ¿Desea ser miembro de esta congregación local de la iglesia mundial?

En ese tiempo, no percibía ningún problema con esta lista de votos, incluso con los cinco en particular citados aquí. No conocía nada más que el adventismo y no había otra cosa con que compararlo. Me enseñaron que lo que teníamos, o sea, el šabbat, nuestra enseñanza distintiva sobre el Santuario, los escritos «inspirados» de Ellen White, etcétera, eran «la verdad». Ciertamente, por mucho tiempo no se me ocurría que debía examinar esas enseñanzas a la luz de la Biblia sola, sin la ayuda de los «pequeños libros rojos» de Ellen White.

La inquietud

Asistí a las escuelas adventistas exclusivamente desde la guardería hasta la universidad. Fui a la Universidad de Loma Linda (en el campus de La Sierra) en Riverside, California, donde me gradué con un título en teología. Después de graduarme, trabajé por un tiempo en Corea del Sur como maestro de inglés en una de las numerosas escuelas de inglés en ese país.

Me vi muy inmerso en las creencias y la cultura del adventismo. De hecho, era mi mundo entero, y de alguna manera, era fácil estar cómodo allí, además de que toda mi familia inmediata y mis amigos eran parte de la iglesia.

La inquietud creciente

Sin embargo, al mismo tiempo tenía una inquietud subyacente en el fondo que me había acompañado por mucho de mi vida. Como adventista, nunca estaba seguro de que iría al cielo. De hecho, nunca me sentía suficientemente bueno ni digno de entrar en el reino de Dios. Yo sabía muy bien que había más que abundante pecado en mi vida para hundirme. Como me habían enseñado, si me olvidaba de confesar un solo pecado, estaba condenado. Es más, si seguía con vida durante el tiempo de tribulación descrito en el libro de Ellen White, The Great Controversy, no tendría esperanza de presentarme sin pecado ante un Dios santo sin el beneficio de Jesús siendo mi Mediador (pág. 425). En ese tiempo, no entendía que la Biblia proclamaba algo completamente distinto y mejor. Hebreos 7:23-25 dice:

Ahora bien, como a aquellos sacerdotes la muerte les impedía seguir ejerciendo sus funciones, ha habido muchos de ellos; pero como Jesús permanece para siempre, su sacerdocio es imperecedero. Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos.

Si alguien me hubiera preguntado si yo creía que iría al cielo cuando moriría, habría dicho que esperaba que sí, pero realmente tenía mis dudas. ¡Solía pedirle a Dios que me consumiera rápidamente si yo no lograba mi recompensa eternal! Pensaba así porque la iglesia adventista enseña que en el fin, los que no son salvos serán aniquilados en el lago de fuego y dejarán de existir; no creen en la enseñanza bíblica de que los perdidos sufren el castigo eterno (Mateo 25:41-46; Marcos 9:43-48; Apocalipsis 14:9-11). Vivía con la suposición de que me iba a perder porque nunca sería capaz de alcanzar un estado de la obediencia perfecta con respecto a todos los mandamientos de Dios o las reglas de Ellen White. Conocía muy bien todas mis debilidades.

Descubrimientos en colecciones especiales

Mientras asistía a la Universidad de Loma Linda (ULL), estudiando para el título en teología, trabajaba en la biblioteca universitaria en el departamento de colecciones especiales o el «salón de Ellen White». Fue a mediados de la década de 1980, y las controversias que rodeaban a Desmond Ford y Walter Rea estaban provocando oleadas por todo el adventismo.

Aunque Ford expresaba su admiración por Ellen White y su ministerio, no estaba de acuerdo con la doctrina del juicio investigativo que ella afirmaba. Él escribió un tratado de casi mil páginas donde explicaba bíblicamente la expiación de Jesús versus el juicio investigativo. También, durante ese tiempo, Rea, un pastor adventista desde hace varias décadas y un devoto de Ellen White, descubrió en sus investigaciones que ella copió (o plagió) muchos de sus escritos de otros autores, algunos de los cuales eran sus contemporáneos mientras otros vivían antes de ella. Ella siempre decía que sus palabras fueron inspiradas por Dios, y que no había copiado de otros autores. Finalmente, ambos hombres perdieron su trabajo y sus credenciales ministeriales en la organización adventista.

Estos acontecimientos me impactaron mucho porque me motivaron a hacer mi propia investigación sobre estas cuestiones. Retrospectivamente, sé que fue la providencia de Dios que esta turbulencia histórica ocurrió mientras trabajaba en el «salón de Ellen White», especialmente en el salón de la biblioteca de la ULL en el campus de La Sierra. Que yo sepa, ningún otro «salón de Ellen White» en los institutos de educación superior o las universidades adventistas contenían la amplitud de materiales que se encontraba en ULL. Allí tenía acceso a las ediciones más actuales de los escritos de Ellen White y a las primeras ediciones de los mismos escritos, a tratados apologéticos escritos por autores que defendían su rol de profetisa, y asimismo críticas de los que no creían que era profetisa, y hasta de los escritos que ella había copiado. Esta situación única me proveía una oportunidad excelente para descubrir la verdad.

Pasmado

Lo que descubrí me dejó pasmado. Por ejemplo, en una edición más temprana de Spiritual Gifts, fechada de 1864, aprendí que Ellen White había dicho que la Torre de Babel fue construida antes de la inundación en vez de después, contradiciendo la Biblia:

En un principio, el Señor estableció el sistema de ofrendas sacrificiales con Adán después de su caída, lo que él enseñó a sus descendientes. Este sistema fue corrompido antes de la inundación por los que se separaron de los seguidores fieles de Dios, y se ocuparon en la construcción de la Torre de Babel (Spiritual Gifts, vol. 3, pág. 301, edición de 1864).

Más tarde, eliminaron este error de la edición de 1870 de Spirit of Prophecy, vol. 1, pág. 266.

También encontré un ejemplo de una profecía falsa en Early Writings, págs. 75-76:

Luego, informé a algunos individuos que habían cometido el gran error de creer que era su obligación ir a la antigua Jerusalén para una obra que tienen que hacer antes de la venida del Señor. Tal punto de vista estaba programado para distraerlos del trabajo actual del Señor, bajo el mensaje del tercer ángel; porque los que piensan que deben ir a Jerusalén tendrán sus mentes allí, y van a retener sus medios económicos de la causa de la verdad actual para viajar y llevar a otras personas con ellos. Vi que tal misión no iba a lograr ningún bien, que llevaría mucho tiempo convencer a los muy pocos judíos a creer aun en la primera venida de Jesucristo, y mucho más [sic: mucho menos] en la segunda venida. Vi que Satanás había engañado profundamente a algunas personas con esta cuestión y que las almas alrededor de ellas en esta tierra podían recibir ayuda por ellas y ser dirigidas a obedecer los mandamientos de Dios, pero estaban dejándolos perecer. También observé que la antigua Jerusalén nunca sería edificada; y que Satanás se esforzaba en dirigir las mentes de los hijos del Señor a estas cosas ahora, y a lo largo del tiempo, para obstruir sus esfuerzos de interesarse completamente en la obra presente del Señor, y causar que ellos descuidaran la preparación necesaria para el día del Señor.

Otro ejemplo de una profecía falsa ocurrió desde hace un poco más de 158 años. Durante una reunión en Battle Creek, Michigan, la señora White declaró que algunos de los individuos presentes en la reunión iban a morir, que otros vivirían para experimentar las últimas siete plagas, mientras otros estarían vivos en el tiempo de la venida de Jesucristo, supuestamente basando sus profecías en una visión de un ángel de Dios:

Se me enseñó la compañía presente en la Conferencia. Dijo el ángel: «Algunos son alimentos para los gusanos, algunos serán los sujetos de las últimas siete plagas, otros estarán vivos, y permanecerán en la tierra para ser trasladados cuando Jesús venga» (Testimonies for the Church, vol. 1, págs. 131-132).

Actualmente, es posible viajar a Jerusalén y ver una ciudad muy desarrollada de casi un millón de habitantes. Además, no hay adventistas vivos que asistieron a la conferencia de 1856. Estos son solamente algunos ejemplos de los numerosos casos de profecías falsas que encontré, profecías falsas que están sujetas a condenación según lo escrito en Deuteronomio 18:20-22.

Discrepancias doctrinales

El juicio investigativo es una doctrina singular y clave para el adventismo, principalmente porque Ellen White proclamaba que esta doctrina venía de una revelación. Según esta doctrina, empezando el 22 de octubre de 1844 (no en la ascensión de Jesús), Jesucristo entró en el Lugar Santísimo en el cielo (The Great Controversy, págs. 362-373). La doctrina mantiene que Jesucristo transfirió el registro de los pecados de los cristianos al santuario celestial donde los pecados que habían sido confesados específicamente serían limpiados una vez concluido el juicio investigativo, o sea, el día de expiación según el adventismo. Ese día, los pecados no confesados no serían limpiados y se quedarían para condenar al cristiano.

Ellen White dijo:

El propósito de la sangre de Jesucristo, de liberar al pecador arrepentido de la condenación de la ley, no era cancelar el pecado. El pecado quedaría en el registro del santuario hasta la expiación final (Patriarchs and Prophets, pág. 357).

Para el adventista que cree en este «pilar central» del adventismo, los pecados todavía no están cancelados o no fueron perdonados; es más, los pecados olvidados o no confesados condenan a la persona. No es sorpresa que muchos adventistas no tienen la genuina seguridad de su salvación hasta que este supuesto juicio investigativo se cumpla. Sin duda, esta doctrina desempeñaba un papel clave en la falta de seguridad de mi salvación.

Al menos que suceda un milagro misericordioso de Dios, la Iglesia Adventista del Séptimo Día no puede abandonar esta doctrina contraria a la Biblia porque esto significaría la destrucción del estado de Ellen White como profetisa. Además, significaría que no podrían usar más los escritos de ella como los de un intérprete inspirado e infalible de la Biblia. El fundamento del adventismo y sus doctrinas exclusivas colapsarían.

Gracias a Dios, Su palabra ofrece un testimonio distinto y aún más importante:

Cristo, por el contrario, al presentarse como sumo sacerdote de los bienes definitivos en el tabernáculo más excelente y perfecto, no hecho por manos humanas (es decir, que no es de esta creación), entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno (Hebreos 9:11-12).

Jesús, mediante Su propia sangre, entró (en tiempo pasado) una sola vez y para siempre (no en 1844), al Lugar Santísimo tras obtener la redención eterna para todos los que confían en Él. Otro pasaje bíblico que me convenció para rechazar el juicio investigativo fue:

Al probar Jesús el vinagre, dijo:
—Todo se ha cumplido.
Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu (Juan 19:30).

La expiación de Jesucristo fue definitiva y completa. La palabra traducida «cumplido» en el texto es la palabra griega tetelestai, una palabra que significa «pagado íntegramente». En la cruz, Jesús pagó el costo total por nuestros pecados. No era un pago parcial que requería que el año 1844 viniera para continuarlo.

El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios (Jn 3:18).

«Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida» (Jn 5:24).

A pesar de todo, el fundamento de Dios es sólido y se mantiene firme, pues está sellado con esta inscripción: «El Señor conoce a los suyos», y esta otra: «Que se aparte de la maldad todo el que invoca el nombre del Señor» (2 Timoteo 2:19).

«Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí…» (Jn 10:14).

Si Jesús ya conocía a sus ovejas cuando escribieron estos pasajes en el primer siglo D. C., ¿por qué necesitaba investigar a los cristianos empezando en 1844? ¿Sería para vindicar a Dios a los ojos de Su creación? Es poco probable, porque los pensamientos de Dios son más elevados que los de Su creación. Dios hace lo que quiere y no depende de Su creación (Isaías 55:8; Salmo 115:3; Job 38-42).

Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad (1Jn 1:9).

El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas (Heb 1:3).

El perdón de los pecados ocurrió en la cruz, y Jesús ascendió al lugar más sagrado del universo, a la diestra de Su Padre en el cielo. Se sentó, lo que indica que la expiación fue consumada, y no algo que necesitaría continuar siglos después, al llegar el año 1844.

En otro tiempo ustedes, por su actitud y sus malas acciones, estaban alejados de Dios y eran sus enemigos. Pero ahora Dios, a fin de presentarlos santos, intachables e irreprochables delante de él, los ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte… (Colosenses 1:21-22).

Antes de recibir esa circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz (Col 2:13-14).

Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de él, seremos salvados del castigo de Dios! Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida! Y no sólo esto, sino que también nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, pues gracias a él ya hemos recibido la reconciliación (Romanos 5:8-11).

Es más, Hebreos 4:13 expone la limitación adventista sobre la omnisciencia de Jesucristo, una limitación que permite que los adventistas aceptan la idea de que Dios investigue a Su pueblo:

Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

Ya que Jesús conoce todos los casos, ¿por qué tiene que investigar a Su pueblo?

 

Mientras asistía a la Universidad de Loma Linda (ULL), estudiando para el título en teología, trabajaba en la biblioteca universitaria en el departamento de colecciones especiales o el «salón de Ellen White». Fue a mediados de la década de 1980, y las controversias que rodeaban a Desmond Ford y Walter Rea estaban provocando oleadas por todo el adventismo.

Portador del pecado

Una doctrina adventista relacionada con esto es la creencia de que Satanás, no Jesús, es el chivo expiatorio para los pecadores que serán salvos. En The Great Controversy (pág. 422), Ellen White dice:

Cuando Jesucristo, en virtud de Su propia sangre, quita los pecados de Su pueblo del santuario celestial al final de Su ministración, colocará los pecados encima de Satanás, quien, en la ejecución del juicio, debe sufrir el castigo final.

Según los adventistas, Satanás es el chivo expiatorio de Levítico 16. Esta clara falta de distinción entre el perdón de los pecados en el momento de salvación y la eliminación de los pecados en un tiempo futuro hace imposible saber, aún en el momento de la muerte, si uno es salvo o no, y esto a pesar de las promesas de Dios en Isaías 44:22, por no hablar de Sus declaraciones de seguridad en el nuevo pacto a través del Nuevo Testamento. Esta doctrina retorcida destruye la seguridad de la salvación para los adventistas que creen en esta doctrina de Satanás como chivo expiatorio y creen en el juicio investigativo. La creencia en Satanás como portador de los pecados designa a Satanás un papel indispensable en la eliminación de los pecados. Esta enseñanza anula la toda suficiencia de la obra cumplida de Jesucristo.

Implicaciones

Mientras progresaba en mi investigación, encontré numerosos ejemplos de problemas con  los escritos de Ellen White: predicciones falsas, contradicciones de la Biblia, adiciones a las Sagradas Escrituras y contradicciones de ella misma. Me vi obligado a concluir que Ellen White era una profetisa falsa cuyos escritos realmente no eran «una fuente continua y autoritativa de la verdad».

Este entendimiento tenía ramificaciones significativas para mí. Estaba estudiando para obtener el título de teología con el plan de trabajar como ministro en la iglesia adventista. Hubiera podido continuar en este camino, simplemente ignorando lo que había descubierto y promoviendo las enseñanzas adventistas que sabía que no eran bíblicas. Pero no podía vivir una vida tan deshonesta. Hubiera podido intentar trabajar dentro del sistema, pero sabía que finalmente tendría que separarme y perder mi medio de vida.

Tomé la decisión de completar mi programa de estudios y trabajar en otro campo; opté por una carrera en la ciencia de la información. Mi «concesión» era que nunca iba a usar los escritos de Ellen White para apoyar algo, sino de usar la Biblia sola. Todavía no entendía el evangelio bíblico, así que seguía siendo adventista.

Después de servir en la iglesia adventista como maestro de inglés en Corea del Sur por un año, regresé para asistir a la Universidad de Michigan para cursar estudios de posgrado en la ciencia de la información. En ese tiempo, el Internet apenas empezaba a ser una herramienta popular para la comunicación y el intercambio de información entre las personas en cualquier parte del mundo. Visité algunos foros de discusión adventistas porque la discusión teológica, y más importante, la verdad bíblica, todavía me interesaba mucho.

Les hice muchas preguntas y participaba en muchas conversaciones. También me ayudó hablar con cristianos no adventistas en los foros en línea. Su comprensión de la Biblia me animó a ser como los de Berea y estudiar la Biblia por mí mismo sin el filtro de los escritos de Ellen White. Aunque todavía no entendía el evangelio bíblico, sin embargo buscaba reconciliar lo que había leído en línea con lo que la Biblia enseñaba. Para mi consternación creciente, no podía reconciliar las enseñanzas adventistas, como las del šabbat siendo el sello de Dios, el juicio investigativo o la expiación incompleta, con lo que estaba leyendo en las Sagradas Escrituras.

Alrededor de ese tiempo, me familiaricé con alguien en uno de los foros adventistas en el que participaba. Su nombre era Janet, y era una apologista tan ardiente de Ellen White y el adventismo que jamás había visto o conocido. A menudo, veía sus mensajes en línea en foros adventistas y cristianos, celosamente promoviendo las enseñanzas adventistas. Pensaba que ella era como un Saulo de Tarso para el adventismo (sin la persecución). Después de un rato, me fijé que sus mensajes habían empezado a cambiar. Empezaba a cuestionar con más intensidad ciertas doctrinas adventistas «pilares» como la observancia obligatoria del šabbat para la salvación en los últimos días y el juicio investigativo. Me desconcerté mucho. Ciertamente yo también cuestionaba, pero no pensaba que alguien como Janet iba a cuestionar esas doctrinas. Por lo tanto, tomé la decisión de comunicarme con ella en línea y en privado para preguntarle qué había pasado para que ella cuestionara lo que anteriormente había promovido con tanta certitud. Con el tiempo, la conversación que empezó entre nosotros tendría un profundo efecto en mi vida y me llevaría finalmente a entender y a creer el evangelio bíblico para la salvación.

Janet compartió conmigo sus intentos de encontrar apoyo en la Biblia sola para las doctrinas como el juicio investigativo y la observancia obligatoria del šabbat. Para su sorpresa, no pudo encontrarlo. Mientras profundizaba, también descubrió que Ellen White no podía pasar las pruebas bíblicas para ser una profetisa auténtica. Para cuando me estaba comunicando con Janet, ya me había dado cuenta de los problemas con el juicio investigativo y el papel de Ellen White como profetisa, pero la observancia obligatoria del šabbat todavía era un obstáculo para mí. Era una cosa que prevenía mi comprensión del evangelio.

Descubriendo los pactos

El pastor Mark Martin, ex pastor adventista tenía (y todavía tiene) un ministerio para adventistas y ex adventistas. Había producido un estudio llamado The Gospel and the Covenants. Janet me envió una copia de este estudio y lo examiné muy cuidadosamente con mi Biblia. El pastor Martin demostró a través de la Biblia que desde Adán hasta hoy en día, los pactos de Dios con Su pueblo seguían un patrón específico. Lo que me interesaba en particular era aprender cómo el pacto mosaico era distinto de los otros pactos que Dios había hecho.

No había aprendido cuán específica era la Biblia sobre cuándo, por qué o para quién hizo Dios los pactos, ni entendía qué era un sello de un pacto.

Según la Biblia, ¿qué es el antiguo pacto?

Y Moisés se quedó en el monte, con el Señor, cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber nada. Allí, en las tablas, escribió los términos del pacto, es decir, los diez mandamientos (Éxodo 34:28).

El Señor les dio a conocer su pacto, los diez mandamientos, los cuales escribió en dos tablas de piedra y les ordenó que los pusieran en práctica (Deuteronomio 4:13).

Lea también Deuteronomio 5:1-22; 9:9-12, 15; 10:4 y 1 Reyes 8:9, 21.

¿Cuál era el sello del antiguo pacto? Éxodo 31:12-13 dice:

El SEÑOR le ordenó a Moisés: «Diles lo siguiente a los israelitas: “Ustedes deberán observar mis sábados. En todas las generaciones venideras, el sábado será una señal entre ustedes y yo, para que sepan que yo, el Señor, los he consagrado para que me sirvan”».

Es más, Dios no dio la ley de los Diez Mandamientos hasta Sinaí. Deuteronomio 5:2-3 dice:

El SEÑOR nuestro Dios hizo un pacto con nosotros en el monte Horeb. No fue con nuestros padres con quienes el SEÑOR hizo ese pacto, sino con nosotros, con todos los que hoy estamos vivos aquí.

 

Antiguo Pacto Nuevo Pacto
No tengas otros dioses además de mí (Éx 20:3).    Al enterarse de esto los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron las vestiduras y se lanzaron por entre la multitud, gritando:                                                                                       —Señores, ¿por qué hacen esto? Nosotros también somos hombres mortales como ustedes. Las buenas nuevas que les anunciamos es que dejen estas cosas sin valor y se vuelvan al Dios viviente, que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos (Hechos 14:14-15).
No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra (Éx 20:4). Queridos hijos, apártense de los ídolos (1 Juan 5:21).
No pronuncies el nombre del Señor tu Dios a la ligera. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a pronunciar mi nombre a la ligera (Éx 20:7). Sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo ni por la tierra ni por ninguna otra cosa. Que su «sí» sea «sí», y su «no», «no», para que no sean condenados (Santiago 5:12).
Acuérdate del sábado, para consagrarlo (Éx 20:8). No hay mandamiento que corresponde
Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios (Éx 20:12). Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo (Ef 6:1).
No mates (Éx 20:13). «Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: “No mates, y todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal.” Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal. Es más, cualquiera que insulte a su hermano quedará sujeto al juicio del Consejo. Pero cualquiera que lo maldiga quedará sujeto al juicio del infierno» (Mateo 5:21-22).
No cometas adulterio (Éx 20:14). ¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios (1 Corintios 6:9-10).
No robes (Éx 20:15) El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados (Ef 4:28).
 

No des falso testimonio en contra de tu prójimo (Éx 20:16).

 

 

Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios… (Col 3:9).

No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca (Éx 20:17). Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual, ni ninguna clase de impureza o de avaricia, porque eso no es propio del pueblo santo de Dios. Tampoco debe haber palabras indecentes, conversaciones necias ni chistes groseros, todo lo cual está fuera de lugar; haya más bien acción de gracias. Porque pueden estar seguros de que nadie que sea avaro (es decir, idólatra), inmoral o impuro tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios (Ef 5:3-5).

 

Entonces, Dios dio los Diez Mandamientos en los versículos 6-22. Así empezó el antiguo pacto e incluso los Diez Mandamientos en un momento definido, no durante la creación. Es más, Pablo clarifica que el antiguo pacto tenía un fin específico.

Entonces, ¿cuál era el propósito de la ley? Fue añadida por causa de las transgresiones hasta que viniera la descendencia a la cual se hizo la promesa. La ley se promulgó por medio de ángeles, por conducto de un mediador (Gálatas 3:19).

Este pasaje bíblico dice con claridad que la ley fue añadida hasta que viniera la descendencia a la cual se hizo la promesa. Otro pasaje en el mismo capítulo da aún más información mientras describe la función de la ley del antiguo pacto:

Antes de venir esta fe, la ley nos tenía presos, encerrados hasta que la fe se revelara. Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe. Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos sujetos al guía (Gá 3:23-25).

Además, un nuevo pacto ha llegado para reemplazar al otro:

De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo:
—Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes (Lucas 22:20; véase también Heb 9:15-16).

Es posible que usted pregunte: ¿Qué pasó con el Antiguo Pacto?

Al llamar «nuevo» a ese pacto, ha declarado obsoleto al anterior; y lo que se vuelve obsoleto y envejece ya está por desaparecer (Heb 8:13).

El desafío del šabbat

            Nunca deja de sorprenderme que muchos de nosotros creemos algo porque es parte de nuestra tradición con la que crecimos o la que adoptamos, solo para aprender más tarde que la creencia no era la verdad. Por ejemplo, se me desafió a encontrar un pasaje bíblico que requería a los cristianos gentiles a observar el šabbat. Pensaba que sería fácil encontrar un pasaje así, pero para mi sorpresa, no encontré nada. Sin embargo, encontré unos pasajes que no había descubierto antes:

Así que nadie los juzgue a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna nueva o de reposo. Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la realidad se halla en Cristo (Col 2:16-17).

Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro, pero hay quien considera iguales todos los días. Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones. El que le da importancia especial a cierto día, lo hace para el Señor. El que come de todo, come para el Señor, y lo demuestra dándole gracias a Dios; y el que no come, para el Señor se abstiene, y también da gracias a Dios (Romanos 14:5-6).

Estos pasajes me ayudaron a comprender por primera vez que la observancia del šabbat no era obligatoria para los cristianos, y el Señor usó esta revelación para ayudarme a comprender el evangelio bíblico.

Por fin comprendí que la ley de Moisés era un pacto hecho con el pueblo de Israel cuando salieron de la esclavitud de Egipto. La señal inicial de este pacto era la circuncisión, y el sello continuo era la observancia semanal del šabbat. Dios no hizo este pacto con los gentiles. Los que llegaron a fe en Jesucristo, según la enseñanza de este pasaje de Romanos, ya no viven bajo la ley del Antiguo Pacto.

Bajo el Nuevo Pacto, la señal inicial es el bautismo con agua mientras el sello continuo es la Santa Cena. La observancia obligatoria del šabbat u otro día no es parte de este pacto. La cesación de la observancia obligatoria de cierto día es la razón por la cual los nuevos creyentes gentiles no tenían obligación de observar el šabbat, ni cualquier otro día apartado por el Señor en Levítico 23. La observancia de días o la falta de observar días se deja en las manos del cristiano individual (Ro 14:1-5; Col 2:16-17).

Pero me pregunté si los Diez Mandamientos era un pacto que ya no tenía vigencia para los cristianos entrando en el nuevo pacto, ¿qué de los mandamientos de no mentir, robar, cometer adulterio o los otros? Descubrí en el Nuevo Testamento que todos estos mandamientos se repitieron en las instrucciones para la vida bajo del nuevo pacto. Las únicas cosas que no se repiten como mandamientos son la circuncisión y la observancia del šabbat (Véase el cuadro).

Por medio de mi investigación, aprendí que el šabbat era la señal de un antiguo pacto que ya no se encontraba en vigencia. Era una sombra de las cosas venideras. Era un símbolo que señalaba a Jesucristo y al reposo que Él prometió a la humanidad perdida, el reposo de una unión perfecta con Dios que se perdió en Edén. Me di cuenta de que ya no es el día más importante, sino que lo más importante es mi relación con Jesucristo. Cualquier persona que acepta a Jesús entra en Su verdadero reposo sabatario porque está reconciliado con Dios.

Bajo el Nuevo Pacto que entró en vigor por medio de la sangre de Jesucristo (Lc 22:20), ya no hay un día sagrado de observancia como en el antiguo pacto. Después de todo, si el Antiguo Pacto fue destinado a extinguirse (2 Co 3:11; Gá 4:30; Heb 8:13), lo mismo se aplica a las señales del mismo (Gá 4:10-11; Ro 14:4-5; Col 2:16-17). Si alguien emigra de Inglaterra a los Estados Unidos y se hace ciudadano, esa persona ya no viviría bajo las leyes de Inglaterra aunque muchas de las leyes serían iguales (por ejemplo, las leyes sobre los asesinos, el fraude, los derechos de propiedad, etcétera). Esa persona viviría bajo la ley de los Estados Unidos.

Una bandera típicamente funciona como un símbolo para un país en particular. Es una representación de los principios y la cultura que encarna. Una persona que emigra de Inglaterra a los Estados Unidos ya no vive bajo la bandera «Union Jack» (la bandera británica), sino bajo «las Barras y estrellas». Esa persona ya no vive bajo el reino del monarca, el primer ministro, y el parlamento británico, sino del presidente y el congreso de los Estados Unidos. Es igual para alguien que se hace cristiano. Tal persona ya no vive bajo los Diez Mandamientos de la ley del Antiguo Pacto (junto con los otros 603 mandamientos) y sus señales, o sea, su bandera, la circuncisión y el šabbat (Éx 31:12-18). En cambio, él o ella observa la Ley de Jesucristo, lo que es el evangelio, junto con sus señales, o bandera, el bautismo con agua y la Santa Cena (Hch 19:3-4; Ro 6:4; Col 2:11-12; 1 Pedro 3:18-22; Gá 5:22-25; Ef 4:30; Mt 26:26-28; Mr 14:22-24; Lc 22:19-20; 1Co 11:25).

Cuando Jesús estaba en la montaña donde fue transfigurado, Pedro, Santiago y Juan oyeron la voz del Padre. Su voz sigue resonando hasta hoy en día: «Éste es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!» (Mr 9:7; Lc 9:35).

Jesús extiende esta invitación a todos que lo escuchan:

«Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y ENCONTRARÁN DESCANSO PARA SU ALMA. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana» (Mt 11:28-30).

Cuando dejé de esforzarme para obtener el favor de Dios por medio de «ser bueno», y simplemente confié en los méritos de Jesús solo, empecé a experimentar el reposo dado por Jesús como regalo misericordioso. El regalo de la vida eterna empezó en el momento que entré en Su reposo. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo y encontrarme unido a él. No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe. Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte. Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos (Fil 3:7-11).


RolaantMillieMcKenzie

Rolaant McKenzie vive en el sureste de Michigan con su esposa, Millie, donde trabaja en materiales para la educación y en la industria tecnológica. Le gusta leer, escribir y compartir el evangelio en línea. Puede visitar su sitio web: http://www.gospeloutreach.net/.