sharon

Fue simplemente otro coche que pasamos en la noche, pero te fijaste en la conductora y su coche. Dijiste algo como: «Ella se parece exactamente a Meg Ryan, muy linda, y está conduciendo un BMW muy lindo. ¡No es justo!» Ambos nos reímos. Casi habíamos llegado a la casa, y ambos nos sentimos bien después de una noche divertida. Nunca vi a la conductora que se parecía a Meg Ryan. Faltaban cuatro días para tu cumpleaños.

Esta mañana te levantaste y subiste las escaleras para sacar el gato, Charity, del cuarto de baño. Está demasiada vieja y enferma para bajar las escaleras, pero te contentaba verla viva. La cargaste en tu camiseta, la llevaste a la cocina y tratabas de darle de comer, pero no comió. A través de lágrimas, me dijiste que debimos hacer lo que habíamos planeado. Charity tenía casi 17 años; solamente era piel y huesos. No podía comer o beber y tenía un dolor constante. La habías cuidado durante muchas enfermedades, más tiempo del que me has conocido a mí. Pero era tiempo.

El camino al hospital de animales fue muy silencio y cuando llegamos, no tuvimos que esperar mucho al veterinario, que vino con su jeringa. Fue muy reconfortante y eficiente, y en un minuto, el dolor de Charity cesó.

Cavé una tumba cerca del árbol de albaricoque, como habíamos planeado. Cuando terminé, tú saliste con nuestro hijo Matthew llevando la Biblia. Nos congregamos cerca del árbol de albaricoque y depositaste el pequeño bulto enredado en tu camiseta. Nos leíste este Salmo:

«Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta. Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria. Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán» (Salmos 63:1-3).

Dimos gracias a Dios por haberte dado esa gatita frágil para amar cuando estabas sola. Seguramente fue Su acto de bondad amorosa durante duros tiempos. La memoria de Su bondad hizo más fácil cubrir la tumba con la tierra. No dijimos mucho más, y luego me fui a trabajar.

«Su amor es mejor que la vida».

Son palabras profundas, más allá de mi capacidad de comprender. Ahora, mientras que me siento aquí en mi escritorio, la dulce tristeza de nuestra mañana y las palabras profundas de David se repiten en mi mente. La muerte, aun la muerte de nuestros amigos más pequeños, despierta anhelos profundos. Conocemos la experiencia de vagar en una tierra sedienta, queriendo y recibiendo, pero nunca teniendo. Pasamos los años trabajando y jugando, gastando dinero, empujando nuestra bola pequeña de bienes terrenales como escarabajos coprófagos. Luego, en agosto de 2006, nuestra sed nos condujo a la palabra de Dios. Como David, vimos a Dios y contemplamos Su gloria. Él habló y juntos estábamos vivos. Después de eso, la vida consistía en algo más que simplemente vivir; ya no se trataba de la supervivencia vulgar.

Ese día, pudiste leer Salmo 63 porque estás llena de Su vida. Ese pasaje reflejaba Su misericordia nueva para esta misma mañana. Y hoy, podía oír Su palabra porque otra vez, me mostró Su misericordia. No hace mucho, fui un terapeuta agnóstico sin amor, proveniente de una familia quebrantada. Recibí gracia tras gracia, y me casé contigo y aprendí cómo compartir nuestras penas. La existencia de nuestra familia es un milagro; no es lo que merezco en realidad.

Tener la buena apariencia de las estrellas de cine y conducir coches sexy nunca se puede comparar con lo que recibimos, libremente, todos los días. El cabello rubio y los BMW no pueden comprar la gracia. Aun así, estás muy linda en tu peinado atractivo y tu pequeño RAV-4. No necesito a una Meg Ryan ni un BMW; ya cesaron mis días de vivir como escarabajo coprófago. Al envejecer, tengo a alguien con quien puedo reírme y compartir las penas mientras caminamos hacia ese valle oscuro. Aun en la muerte, no temeremos mal alguno.

Señor, gracias por Sharon. Nos revelaste Tu gloria y nunca moriremos. Tu amor fiel realmente es mejor que la vida.