EuniceandEdgar
Edgar y Eunice posan en su granja de Pennsylvania a fines de los 1980.

Mi viaje fuera del adventismo empezó a mediados de la década de 1980, en Loma Linda, unos años después del fin de mi matrimonio adventista por divorcio. Sin duda, a través de los años, había visto varias «señales alarmantes» preocupantes sobre el adventismo, pero desde mi niñez a mi madurez, había postergado estas señales para otro día; no me parecían lo suficientemente serias para motivarme a separarme del adventismo.

Era adventista de primera generación. Cuando nací, mis padres eran cristianos y miembros de la iglesia, United Brethren, en el centro de Pennsylvania. Pero un domingo fatídico después de ir a la iglesia, mi padre escuchó el programa de radio, Voice of Prophecy y encargó el Bible Correspondence Course para toda la familia, incluso para mis cuatro hermanos mayores. (Yo sólo tenía dos años). En el transcurso de varias semanas, la familia abrazó el šabbat y todos fuimos bautizados en la iglesia adventista.

Para mis abuelos cristianos y mis tíos y tías, esta conversión repentina al adventismo fue molesta. Sin embargo, convencidos de «la verdad» del šabbat, mis padres se mantenían firmes. Pero en esos días, mi padre no sabía mucho sobre Ellen G. White (EGW), así que crecí en un hogar adventista cariñoso, sin algunas de las restricciones rígidas que vienen con un adoctrinamiento más profundo en los escritos de EGW. Es más, tenía la influencia cristiana de mis abuelos, mis tías y mis tíos.

Primeras señales alarmantes

De hecho, la influencia de mis parientes lejanos cristianos contribuyó a mi temprana disonancia cognitiva. Una de las primeras señales alarmantes que me llamó la atención era la doctrina adventista del estado de los muertos. A través de los años, cuando iba a los funerales cristianos, había oído que el espíritu de la persona fallecida iba con el Señor inmediatamente. ¿Espíritu? ¿Qué era un espíritu vivo? ¿Los fallecidos no dormían en la tierra según la doctrina adventista del sueño del alma?

La segunda señal alarmante era la enseñanza adventista de que los únicos que iban al cielo eran los adventistas porque eran el remanente del pueblo de Dios. Aprendí que los que adoraban a Dios el día domingo no serían salvos porque eran «del mundo» y «malvados», negándose a observar el šabbat del séptimo día. Me enseñaron esta doctrina distintiva en mi escuela adventista primaria.

¿Qué piensa usted que una niña pequeña que amaba a sus abuelos pensaría sobre esta creencia horripilante?

La profetisa «auténtica»

En la escuela primaria, oía las historias típicas sobre Ellen Harmon. Aprendí que cuando ella tenía nueve años una piedra la pegó en la cabeza y estuvo en coma por tres semanas. Nos dijeron: «¿No fue maravilloso que aunque Ellen sufrió de mala salud, fue escogida para ser la mensajera especial de Dios?». Otra historia que escuché era que a la edad de 17 años, por unos 20 a 30 minutos, ella sostuvo con su brazo extendido una Biblia familiar grande que pesaba más de 8 kilos.

Para una niña pequeña en la primaria, estas historias eran impresionantes. Pero más tarde, me enteré de que hay cuestiones sobre la veracidad de los reportes. Es improbable que hubiera agarrado una Biblia pesada con el brazo extendido, o hubiera hecho otras de sus supuestas acciones.

Como adulta, visité el tabernáculo mormón en Salt Lake City, Utah. La gira fue muy interesante y escuché la historia de su profeta Joseph Smith. Al escuchar eso, me dije: «¡Guau! ¿Cómo es posible que yo fuera tan afortunada de ser miembro de la iglesia auténtica con la profetisa verdadera?»

Pero… espera, ¿cómo sabemos con seguridad que Ellen White era la profetisa auténtica?

A principios de 1970, tuve otro encuentro desalentador con la profetisa. Era una joven madre, ansiosa de ser una buena mamá. Loma Linda University Church ofreció una clase para enseñar a las madres cómo criar a sus hijos correctamente. Usaban el libro Child Guidance, por EGW como su texto. Me inscribí en la clase.

Sí, usted lo ha adivinado: la clase fue una gran decepción y me sentía indigna de ser una madre. La clase no ofreció ni amor ni esperanza, y en su mayoría fue completamente negativa. Según lo que recuerdo, no usaban la Biblia para nada en esa clase, sólo citaron a EGW.

Tres señales alarmantes más

Cuando uno vive en el «barrio» adventista, la sede de la universidad adventista dedicada a las ciencias de la salud y el núcleo del «mensaje de salud», oye el chisme coetáneo sobre lo que está pasando en la iglesia, especialmente porque se habla de muchas de las cosas importantes en nuestra vecindad. Tres señales alarmantes más emergieron y se plantaron en el fondo de mi mente.

Estas tres señales eran el descubrimiento de que EGW había tomado prestado la mayoría de sus ideas sobre la reforma de la salud, la investigación reportada por Desmond Ford demostrando que la doctrina del juicio investigativo no era bíblica, y nuevas cuestiones sobre la doctrina del šabbat.

En 1986, empecé un trabajo nuevo en las Faculty Medical Offices (FMO) en Loma Linda. Mi matrimonio había fracasado, y estaba tratando de adaptarme como mujer divorciada en un pueblo donde todo el mundo me conocía como la esposa de un hombre profesional de la comunidad. La mayoría de los médicos del FMO era adventista, pero gran parte del personal no lo era. La situación del trabajo con los que no eran adventistas fue una experiencia nueva y positiva para mí.

Una muchacha cristiana se hizo amiga mía, y formamos un vínculo que aprecio hasta el día de hoy. Ella ha dejado en mí una tremenda impresión positiva, y siempre estaba dispuesta a hablar sobre mis preguntas bíblicas. También, durante esa época, reencontré a Edgar, un hombre cristiano que conocía cuando yo era niña y él un niño, que vivía en mi ciudad natal en el centro de Pennsylvania. Empezamos una correspondencia y su amor por el Señor era muy obvio.

Finalmente, respuestas

Mi amistad con estas dos personas en esta época de mi vida cuando necesitaba respuestas bíblicas era la sincronización perfecta del Señor. Jeremías 29:11-13 dice: «Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón».

En la primera carta que Edgar me escribió, citó este versículo: «A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra» (Salmo 121:1-2). ¡Estas palabras eran exactamente lo que necesitaba! Por muchos años, había luchado y sabía que no podía ayudarme a mí misma, pero necesitaba a Jesús como mi Señor y Salvador.

Después de una correspondencia de tres años y varias visitas, nos enamoramos y decidimos casarnos. De repente, mi vida cambió de nuevo. Tenía un esposo nuevo, uno que no estaba integrado en la cultura de los profesionales adventistas, y nos mudamos de California a mi estado natal, Pennsylvania. Había dejado de ir a la iglesia adventista, y no iba a otra iglesia. Pero Edgar sabía que yo había tomado la decisión de separarme de la iglesia de mi niñez. Él entendía que necesitaba tiempo para estudiar la palabra de Dios y descubrir lo que realmente creía, no solamente lo que mis padres o una iglesia me había enseñado. Es una bendición que me gusta la lectura, porque pasé la década de 1990 leyendo más que nunca. Mi esposo me presentaba a autores cristianos y sus libros, ¡qué bendición! Eternal Security, por Arthur W. Pink, y Grace Awakening, por Charles Swindoll eran especialmente extraordinarios. Por primera vez en mi vida, entendí que la gracia es un regalo. No tenía que trabajar para ganar mi salvación. Jesús hizo todo por medio de Su sangre en la cruz. ¡Qué bendición era saber con seguridad que era salva!

Finalmente, en 1992, el velo adventista se me levantó mientras estudiaba los pactos con la ayuda de mi esposo fiel y paciente. Mientras buscaba los pasajes, él me animaba a leer los capítulos enteros para entender el contexto correcto de los versículos. Era un hombre muy inteligente. Poco a poco, la palabra de Dios empezaba a derribar las doctrinas falsas del adventismo. Leía página tras página, descubriendo más cosas verdades que eran las respuestas para las preguntas que surgieron de mis señales alarmantes, las preguntas que ignoraba porque no sabía cómo contestarlas. Era muy alentador estudiar la Biblia sin el velo adventista que distorsionaba mi conocimiento de la palabra de Dios. Ciertamente, Dios satisface nuestras necesidades más profundas cuando confiamos en Él.

Por fin, lista

A finales de los años 1990, estaba visitando la iglesia Damascus Road Adventist en Damascus, Maryland, y el pastor, Richard Fredricks, me informó de Dale Ratzlaff y Life Assurance Ministries. Llamé a Dale, fue muy amable y sugirió que leyera dos de sus libros, Sabbath in Christ (ahora titulado Sabbath in Christ) y The Cultic Doctrine of Seventh-day Adventists. Accedí, y me los envió. Esos libros me ayudaron mucho a comprender lo que los adventistas creen y lo que la Biblia enseña.

El sitio web de LAM Publications era una mina de oro de información. Tres libros más que encargué del sitio web me ayudaron a resolver algunas de las señales alarmantes que tenía antes, las que me preocupaban durante los años de la década de 1980 cuando estaba en Loma Linda. Eran Prophetess of Health, por Ronald Numbers, The White Lie por Walter Rae, y el libro de Desmond Ford sobre el juicio investigativo.

Por fin dije a mi esposo que estaba lista para buscar una iglesia dominical. ¡Aleluya! ¡Alabado sea Dios! Él reaccionó con júbilo.

Tomó un tiempo para encontrar una iglesia. Visitamos iglesias distintas cada semana hasta llegar a una iglesia Calvary Bible. ¡Fue la iglesia que buscábamos! El pastor estaba predicando sobre las profecías de los últimos días, exactamente lo que necesitaba. Era como una esponja, absorbiendo todas estas enseñanzas cristianas impresionantes de la Biblia. En esa iglesia, oí por primera vez una enseñanza sobre el rapto, un concepto nuevo para mí. Calvary Bible se hizo nuestra iglesia; la gente era muy amable y nos gustaban los servicios y las enseñanzas del pastor. Era una combinación perfecta.

En 2002, puse mi nombre en la lista de correspondencia de la revista ¡Proclamación! ¡Qué mina de oro de información es para ayudar a los adventistas en transición! Por supuesto, fue a través de esta publicación que conocí a Colleen y Richard Tinker por primera vez. Poco sabía yo que estas dos personas preciosas llegarían a ser tan importantes en el futuro.

Desafortunadamente, en 2006, mi esposo, quien me enseñaba tanto, fue para estar con el Señor y Salvador. Aunque los meses después de su muerte estuve muy tristes, me consolaba saber que algún día, lo volvería a ver y estar con el Señor también.

El Señor todavía tenía mucho que enseñarme. Regresé a California un año después para vivir cerca de mi hija y mis dos nietos. Esa mudanza de regreso a Redlands, California, fue perfecta, excepto que dejé atrás dos hijos y cuatro nietos en el Este. Pero cuando llegué a California, ya sabía que quería ir a la iglesia Trinity porque había asistido a Trinity varias veces durante mis visitas con mi hija.

He estado muy bendecida en Trinity. Durante los seis años de mi asistencia, absorbía la predicación expositiva semanal del Pastor Gary Inrig de la santa palabra de Dios, y me sumergía en los estudios bíblicos inductivos escritos y enseñados por su esposa, Elizabeth, para las mujeres de Trinity. He conocido a unas mujeres cristianas muy especiales en mis grupos pequeños para el estudio bíblico, y he aprendido mucho de esas queridas personas. Alabo a Dios por Richard y Colleen Tinker y su liderazgo del Former Adventist Fellowship (FAF). Los estudios bíblicos de los viernes por la noche y los almuerzos dominicales son tiempos especiales con personas de todas edades que han llegado a ser mi familia en Cristo, dándome mucho amor y apoyo. Ciertamente valoro a esta familia tanto como a mi familia de Trinity.

La verdad que define mi vida

Me impresiona el anuncio de Jesús respecto a quién es él: YO SOY (Jn 8:58). Eso dice todo.

Otro pasaje bíblico que es precioso para mí es: «Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Ro 6:23).

Nunca se puede ganar esta dádiva por las buenas obras. Es gratuita para cada persona, pero muy costosa para Dios que dio a Su Hijo Amado. ¡Jesús ya ha pagado el precio por nuestros pecados!

Si hay algún lector que no ha recibido esta dádiva de la vida eterna, quisiera animarle a  pedirla ahora mismo. Él se lo dará con alegría.

Es muy sencillo: creer, recibir (Hch 16:31) ¡Hágalo!


Eunice SellersEunice Sellers partió del adventismo a mediados del decenios de 1980, mientras vivía en Loma Linda. Aunque no fue a ninguna iglesia por unos años, amaba al Señor y estaba orando que Él la guiara a buscar la verdad en Su palabra escrita. En 1989, se casó con un hombre cristiano y se mudaron a Pennsylvania. El velo adventista se levantó en 1992, mientras estudiaba los pactos, el juicio investigativo y las profecías de los últimos días. Hace seis años regresó a Redlands, California, para vivir cerca de su hija y sus dos nietos. También tiene dos hijos y cuatro nietos que todavía viven en el Este. Hoy en día, Eunice es miembro de la iglesia Trinity, y se aferra a estos versículos: «Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes» (Jeremías 29:11), y «…en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros» (Ro 5:8).