El lunes pasado, estaba mirando un reportaje sobre la historia de la organización adventista cuando la periodista que estaba Colleen Tinkerhablando en Adventist News Network me sorprendió. Describió una conversación entre el co-fundador de la Iglesia Adventista, Joseph Bates, y un amigo, quien le preguntó:
—¿Cuáles son las «buenas noticias»?
—Las «buenas noticias» son que el séptimo día es el Día del Señor —respondió Bates.
La periodista continuó:
—Esa fue su manera de compartir las buenas noticias del šabbat.

Sin duda alguna. Desde hace 150 años, el šabbat ha sido las buenas noticias de los adventistas. Después de oír ese reportaje, se me ocurrió que el término «buenas noticias» no es el único término cristiano que el adventismo reinterpreta. La palabra «esperanza» también tiene un significado adventista distinto del mundo cristiano.

En 1962, Wayne Hooper compuso la canción principal de la sesión del General Conference que celebraron ese año en San Francisco, California. «Tenemos esta esperanza», comenzaba la canción, «esperanza en la venida del Señor». Pero la doctrina adventista de la segunda venida abarca más que Su venida, específicamente: el tiempo preliminar de tribulación durante el cual los justos tendrán que presentarse al final del juicio investigativo sin mediador. La «esperanza» adventista es que la segunda venida incluirá la primera resurrección, cuando finalmente los muertos justos descubrirán que son dignos de ser salvos. Esta «esperanza» ha sido el deseo incierto de los adventistas por 150 años.

La palabra «esperanza» también tiene un significado adventista distinto del mundo cristiano… Esta «esperanza» ha sido el deseo incierto de los adventistas por 150 años.

El Adventismo del Séptimo Día ha empleado los términos «buenas noticias» (o «evangelio») y «esta esperanza» para definir la identidad descrita por su nombre. En cambio, la Biblia define estos términos de otro modo.

Pedro dijo que «las buenas noticias» eran «la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos» (Hechos 10:36), y añadió que el evangelio tenía tres partes: Jesús murió por nuestros pecados según la Biblia, fue enterrado, y resucitó de la muerte el tercer día según la Biblia (1 Corintios 15:3-4).

Es más, la Biblia no define «esperanza» como algo que pueda ser buenas noticias para nosotros sólo si somos suficientemente fieles para ser salvos, sino como una certidumbre. No es un «tal vez». Además, la Biblia nunca dice que la «esperanza» se trate de la segunda venida. La esperanza de la Biblia es Jesús resucitado, «la esperanza de Israel» (Hch 28:20). La esperanza es el hecho de que mediante la fe en Jesús tenemos paz con Dios y ya permanecemos en Su gracia, regocijándonos «en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios» (Romanos 5:1-2). La esperanza es el misterio de Jesucristo en nosotros (Colosenses 1:27).

En resumidas cuentas, las buenas noticias son que Dios ha cumplido con Sus promesas y ha enviado a Su Hijo para morir por el pecado, ser enterrado y resucitar de la muerte; para liberar a todo el que confía en Jesús del estado natural de pecado y muerte. A causa de las buenas noticias, cuando creemos, vivimos en la esperanza cumplida; ya tenemos paz con Dios y poseemos la vida eterna que nadie nos puede quitar (Juan 5:24; 10:28-29). Tenemos al Espíritu Santo, y Jesucristo habita en nosotros. Nuestras almas están ancladas en la presencia del Padre por el Señor Jesús, resucitado y ascendido, cuya sangre nos ha comprado de la muerte.

Por otro lado, desde hace 150 años, el adventismo se ha identificado con un evangelio artificioso del šabbat del séptimo día y con un deseo —ni siquiera una verdadera esperanza— de que la segunda venida sea un tiempo en que se va a descubrir quiénes son salvos y no están condenados a quemarse. Los adventistas creen que sus fieles han demorado la segunda venida por su desobediencia; piensan que ya han sido juzgados por su fracaso al no realizar la obra.

En esta edición, investigamos las implicaciones del aniversario número 150 para los adventistas. Steve Pitcher explica cómo The Clear Word confirma que, aunque los adventistas dicen que confían en la Sola Scriptura, en la práctica, la Escritura es precedida por la voz profética de Ellen White. Dale Ratzlaff escribe de la naturaleza de la verdad, y nos desafía a aceptar la verdad, sin importar el costo. Carolyn Macomber investiga la justicia y la misericordia de Dios; y Elaina Matthews comparte su historia de fe. Rick Barker examina la Creencia Fundamental adventista número 6, y Chris Lee pregunta: «¿Cuándo terminará?».

Oramos que las buenas noticias auténticas de Jesús y esta esperanza cierta de estar eternamente anclados en Él sean más reales que el temor de cuestionar el legado de 150 años de nuestro pasado compartido.