¿Por qué le importa tanto guardar el šabbat?


Laini

Esta pregunta reverberaba en mi mente, atravesando todas mis respuestas programadas y los años de reacciones condicionadas. Hizo pedazos la confusión serpentina de mi cosmovisión y cortó a la raíz el evangelio siniestro que vivía. Las lágrimas brotaron espontáneamente, y con una voz quebrantada, finalmente pude reconocer con una honestidad desenfrenada cuál era la fuerza motriz detrás de mi lealtad sabataria.

          —Si dejo de observar el šabbat, voy a perder mi salvación.

Crecí en una familia adventista conservadora multi-generacional. Abrazamos todas las doctrinas históricas del Adventismo del Séptimo Día, y aunque estábamos un poco del lado conservador, cabíamos bien dentro de las líneas principales de la iglesia adventista, y yo estaba imbuida del adventismo.

Mi familia inculcó en mí un amor y respeto profundo hacia Ellen White y sus escritos. Aunque nunca lo hubiera admitido a nadie, ni a mí misma, yo tenía a Ellen White al mismo nivel que la Biblia; en la práctica veía sus escritos como tan importantes, si no más importantes, que la Biblia. Leí mi primer libro de Ellen White a la tierna edad de 11 años. Para los 20 años, ya había leído por lo menos siete de sus libros en su totalidad, y grandes porciones de muchos más.

Justo antes de cumplir los nueve años, asistí a mi primer seminario Revelation con mucha ilusión, y más o menos un año después, mi familia plantó una iglesia adventista. Estuve muy involucrada en la iglesia durante el resto de mi niñez. Mis padres me educaron en casa durante la mayoría de los primeros grados de la escuela, pero me gradué del octavo grado de una escuela adventista y, luego, de la Academia Campion. Campion tenía un ambiente más progresivo que el adventismo de mi familia, pero esa academia todavía enseñaba y confirmaba todas las doctrinas adventistas históricas. Me saqué un 10 en todas las clases de Biblia y en todos mis trabajos prácticos teológicos. Era una adventista fiel, y me encantaba todo lo que estaba relacionado con el adventismo. No tenía absolutamente ningún deseo de partir de la iglesia adventista.

A veces, ser adventista me daba un sentido de orgullo y euforia. Me sentía muy bendecida por haber nacido en la iglesia remanente, ¡de haber nacido en la verdad! Por supuesto, había tenido el privilegio de recibir la luz y la verdad que ninguna otra iglesia tenía. Estaba muy contenta de ser parte de la iglesia especial y remanente de Dios para los postreros días, y de difundir los Mensajes de los Tres Ángeles.

Pero, en otras ocasiones, ser adventista me llevó a una desesperanza demoledora. Había aprendido que si vivía a la altura de la luz que me había dado, y si nunca rechazaba nada de esa luz, entonces estaría lista para presentarme ante Dios sin un mediador al final del período de prueba. Pero sabía que por mucho que intentara, no podía vivir a la altura de esa luz. Vivía en temor e incertidumbre respecto de mi salvación. Tenía la costumbre de llorar hasta dormirme a la noche, rogando a Dios que me ayudara a dejar de pecar y a acercarme un paso más hacia la perfección; o le suplicaba que me quitara el libre albedrío para que nunca decidiera rechazarlo a último momento. Cada vez que cometía un pecado, me venía una imagen a la mente del ángel que mantenía el registro de lo que yo había hecho en los libros en el santuario celestial, y sabía que tenía que confesar el pecado antes de olvidarme de él, en caso de que tuviera pecados olvidados en mi contra durante el juicio investigativo.

En resumidas cuentas, yo era un conjunto de contradicciones. Por un lado, desde una tierna edad, recibí el llamado de Dios y sentía que Él quería que me acercara a Él. En las profundidades de mi ser, anhelaba conocer a Jesús. Por otro lado, el Jesús a quien conocía era un Jesús débil, que ni siquiera había terminado con Su expiación y, a causa de eso, no era suficientemente fuerte para salvarme o guardarme.

Se avecinaban problemas

Cuando se hizo evidente que no iba a poder pagar el costo de una universidad adventista, se decidió que iría a una universidad pública que estaba cerca de una universidad adventista, porque pensábamos que era la mejor alternativa. Después de completar un año de estudios en mi ciudad, decidí especializarme en desempeño vocal en la Universidad de Nebraska-Lincoln (UNL), justo en el umbral de Union College. Tenía muchos amigos en Union y pronto hice nuevas amistades con la comunidad adventista de Lincoln. Pero se avecinaban problemas con la especialización que había escogido.

En octubre de 2011, mi penúltimo año de especialización en desempeño vocal, mi profesora de voz preguntó por qué no iba a hacer una audición para ninguna de las óperas de UNL. Las representaciones siempre tenían lugar los viernes por la noche y le dije que no podía participar porque era el šabbat. Me invitó a hablar con ella fuera del campus sobre este dilema y acepté. Pensé que la conversación sería una oportunidad de compartir «la verdad sabataria» con mi profesora.

En cambio, durante esa reunión, mi profesora me preguntó algo penetrante:

    —¿Por qué te importa tanto guardar el šabbat?

            Al principio, le di mi respuesta programada, pero insistió que quería una respuesta sincera. Finalmente, la comprensión me pegó con tanta fuerza que empecé a llorar. Le dije con lloros que si no observaba el šabbat perdería mi salvación. Lo que respondió me detuvo en seco y penetró todas mis respuestas programadas. Me dijo tiernamente que necesitaba leer la Biblia para mí misma y averiguar de dónde venía mi salvación. Sus palabras me impresionaron tanto que estaba motivada a hacerlo. Empecé a leer la Biblia sin la interpretación de Ellen White por primera vez en mi vida.

Leí por completo los libros de Romanos y Gálatas, ¡y ambos libros decían exactamente lo contrario de lo que me habían enseñado como adventista! La disonancia creó una confusión tremenda en mi corazón. Aunque parezca blasfemo, literalmente sentía que la Biblia me estaba mintiendo. El adventismo era la verdad, y por lo tanto, ¿cómo podía diferir de la Biblia? Aunque lo que leía en la Biblia demostraba que el adventismo era erróneo, ignoré la evidencia y la descarté porque simplemente no podía ser verdad. Después de todo, no podía rechazar nada de la luz que me habían dado o me pondría en un peligro grave.

Sorpresa navideña

La Navidad me trajo una revelación nueva sobre las raíces del adventismo. En mi universidad, los coros se reunían para presentar un concierto de Navidad cada año. Uno de los villancicos clásicos que cantamos ese año fue Hark! The Herald Angels Sing. Memoricé e interioricé la letra de ese himno. Cuando fui a mi casa para pasar la Navidad y canté el mismo himno en mi iglesia con el himnario adventista, estaba sorprendida al descubrir que la letra de ambas canciones eran distintas. Las partes de la Trinidad y de Jesús como Dios habían sido eliminadas. La letra original del segundo verso del villancico contenía un homenaje majestuoso que honraba a la Trinidad y a Jesucristo encarnado.

Pero en el himnario adventista, ese texto glorioso había sido reemplazado con un verso que eliminó completamente la divinidad de Jesús y Su nacimiento virginal (compare los dos textos en negrilla en el cuadro arriba).

Recuerdo que me habían dicho que algunos himnos en el himnario adventista habían sido alterados porque algunas de las doctrinas expresadas en los himnos originales eran «incorrectas», pero los adventistas creían en la divinidad de Jesucristo y en la Trinidad, ¿no? ¿Por qué cambiaron esas palabras?

Una comparación de las dos versiones del segundo versículo de Hark! The Herald Angels Sing

 La versión original en inglés              La versión original en español
Christ by highest heav’n adored,          Jesucristo adorado por la hueste celestial
Christ the everlasting Lord:                   Jesucristo el Señor eterno
Late in time, behold Him come,         Tardó en llegar, mira, ha venido
Offspring of a virgin’s womb.             Hijo nacido de una virgen
Veiled in flesh the Godhead see,        El divino se vistió en un cuerpo mortal Hail th’incarnate Deity!                        ¡Alabado sea Dios encarnado!
Pleased as man with men to dwell,   Le agradó vivir con la humanidad
Jesus our Immanuel.                             ¡Jesús nuestro Emanuel!
La versión del himnario adventista
Jesucristo adorado por la hueste celestial
Jesucristo el Señor eterno
En el pesebre nació un rey
Y los ángeles cantan en alabanza
«Paz en la tierra y buena voluntad a los hombres».
Que el alma tremulosa se aquiete
Cristo ha venido a vivir en la tierra
¡Jesús, nuestro Emanuel!

No trinitario

Un poco de investigación reveló que los primeros adventistas no creían en la Trinidad ni en la divinidad de Jesucristo, sino que eran arrianos, o semi-arrianos en el mejor de los casos. Ellen White se contradijo a sí misma repetidas veces en cuanto a la divinidad de Jesucristo, y James White hasta su último día negó la divinidad de Jesucristo. Aun J. N. Andrews, cuyo nombre fue dado al seminario teológico adventista, no creía que Jesús era Dios. De hecho, actualmente la creencia adventista de la Trinidad no es igual a la doctrina ortodoxa y bíblica de Un Dios en tres Personas. La Trinidad adventista concuerda más con el tri-teísmo porque no acepta que Dios es Uno en sustancia. Es más, hay muchas enseñanzas procedentes del «período arriano» adventista, incluyendo la creencia de que Jesús es Miguel el Arcángel, lo que me habían enseñado abiertamente. Esta información me dejó aturdida y me inquietaba mucho.

Para febrero de 2012, ya no podía guardar para mí todas las contradicciones que estaba observando entre la Biblia y el adventismo, y tomé la decisión de comunicarme con alguien sobre eso. Una noche en mi apartamento, hice una búsqueda por Internet para ex adventistas en Lincoln, y encontré a un señor llamado Chris Lee. Le escribí una carta, expresando mi confusión y frustración. En ese tiempo, tenía un gran deseo de abrazar la idea de que sólo tenía que creer en Jesús como Salvador, arrepentirme y confiar en Él, pero mis cadenas adventistas no me dejaban aceptar esta verdad sencilla. No obstante, decidí enviar a Chris un pedido de auxilio.

Tan pronto como envié el correo electrónico recibí una llamada por teléfono. Era de un profesor de Biblia en el sur de California, el Dr. Walter Bramson. Mi profesora de voz lo conocía y le había dado mi número de teléfono. Había dicho al Dr. Bramson que yo estaba cuestionando el adventismo. Después de presentarse, le expliqué un poco de mis antecedentes y de cómo estaba luchando.

Una de las primeras cosas que dijo era:

—¿Sabes lo que es una secta?

¡Esa pregunta me enfureció! Pero a pesar de mis sentimientos, escuché lo que decía. Me dijo que el šabbat no tenía nada que ver con mi salvación, ni con obtenerla ni con mantenerla. En primer lugar, la observancia del šabbat nunca era un requisito para los gentiles. Él estaba confirmando todo lo que había estudiado, pero todavía no podía aceptarlo. Después de todo, él no era adventista, ¡así que no tenía la verdad que yo poseía!

Al final de la conversación, me preguntó si creía en Jesús y dije que sí. Respondió:

—Pues bien, ¡si crees en Jesús como tu Salvador, eres salva!

Le dije que era imposible que fuera tan sencillo.

Colgué el teléfono con sus palabras todavía resonando con veracidad en mi corazón.

Todavía cuestionando el evangelio que él me había comunicado, regresé a mi laptop. Unas semanas antes, había escrito una entrada de blog sobre mis preguntas. Desde que publiqué el blog, nadie lo había leído, mucho menos comentado. Pero en ese momento, de repente recibí varias respuestas, ¡y todas eran de ex adventistas!

¿Cómo me encontraron tantas personas? En el transcurso de esa llamada, muchos ex adventistas habían encontrado mi blog y estaban diciendo que entendían, que habían tenido las mismas dudas y que estaban orando por mí. No podía creerlo.

Más tarde, me enteré de que esa noche un ex adventista estaba haciendo investigaciones para su blog sobre la salida del adventismo. Sólo había escrito la palabra «adventismo» en Google, y de todos los sitios web que podrían haber aparecido con su búsqueda, ¡mi sitio blog apareció en los resultados de su buscador! Se sintió impulsado a leer mi entrada blog porque el título, «¿Qué tengo que hacer para ser salva?», le llamó la atención. Era poco probable que hubiera podido encontrar esa pregunta bajo el título «adventismo». Sin embargo, lo encontró, lo leyó y sintió una impresión de orar por mí y de compartir mi entrada blog con un grupo de ex adventistas en Facebook. Me encontró y compartió mi blog en casi el mismo momento en que yo estaba escribiendo mi carta a Chris Lee; por eso los numerosos «exes» me encontraron al cabo de la llamada. El tiempo de Dios es perfecto.

Chris Lee respondió a mi carta y recomendó que hablara con Ane Edwards, una ex adventista que también vivía en Lincoln. Esa semana, me reuní con ella todos los días y empecé a estudiar con ella. Quedé boquiabierta cuando ella me pidió que leyera Levítico 16 en voz alta, y me di cuenta de que era imposible que el chivo expiatorio fuera Satanás, que sólo Jesús podía cargar con mis pecados y expiarlos. Hice un estudio del pacto en mi apartamento e inmediatamente entendí que por toda mi vida me habían mentido.

Durante la semana entera, la lucha espiritual me apabulló; estaba llena de un miedo tan intenso que interrumpió mi vida por completo. Literalmente, tenía una sensación en el mismo meollo de mi ser, algo muy profundo, oscuro y malévolo, que estaba siendo arrancado de mí.

Al final de la semana, otra vez estaba sola en mi apartamento un viernes por la noche. Leí el capítulo 28 de The Great Controversy de nuevo, pero esta vez estaba percibiéndolo de manera distinta. Mientras leía las palabras de Ellen White sobre el juicio investigativo, sentía oscuridad pura y desesperanza completa. Luego, saqué la Biblia y leí los primeros dos capítulos de Efesios, y quedé muy impactada.

Tres cosas me llamaron la atención. La primera era que el Espíritu Santo es el sello y la garantía de nuestra salvación. Siempre me habían enseñado que el šabbat era el Sello de Dios; pero la Biblia me decía que el sello era el Espíritu Santo. Me habían enseñado que Ellen White dijo que es imposible decir que uno es salvo, y todas las doctrinas adventistas me enseñaban que la salvación nunca está asegurada. Pero la Biblia dice con claridad que los salvos son sellados con el Espíritu Santo y que Él nos fue dado como garantía de la salvación. Los efesios usaban un lenguaje muy fuerte que afirmaba la seguridad de salvación para el creyente.

La segunda cosa que me impactó era que estaba muerta en mis transgresiones y pecados; por eso, necesitaba ser salva mediante la gracia sola. Había oído incontables veces a Doug Batchelor, un evangelista adventista prominente y director de Amazing Facts, decir que «¡somos salvados de nuestros pecados, no en nuestros pecados!». Aunque somos salvados de nuestros pecados, la Biblia dice también que hemos sido vivificados mientras todavía estamos muertos en nuestros pecados, porque es mediante la gracia que somos salvos. Mi condición era mucho peor que una tendencia a pecar; realmente estaba muerta. Necesitaba gracia porque estaba espiritualmente muerta.

La tercera y última cosa que Efesios me enseñó esa noche era que la fe es un regalo de  Dios y no es nada que pueda producir o fabricar; siempre había pensado que tenía que reunir mis fuerzas para creer. Pero no podía producir la fe; tenía que venir desde afuera, porque nací muerta. De repente, me di cuenta de que Dios me había dado la fe, y que ahora debía actuar en esa fe al arrepentirme y confiar en Jesús.

En ese momento, finalmente entendí el evangelio. Confié en Jesús como mi Salvador esa noche misma. Sabía que lo necesitaba como Salvador y Sustituto, y que Su gracia era suficiente. Me arrepentí ante Jesús y acepté el regalo de salvación mediante la gracia por fe; y nací de nuevo esa noche.

Jesús vale el costo

La salida del adventismo viene a un costo muy alto. He perdido mucho al partir de la iglesia adventista, pero Jesús lo vale. Conocerlo es mucho mejor que cualquier cosa que dejé atrás.

Me separé de la iglesia adventista porque no sólo relativiza el evangelio, sino que también enseña un evangelio falso. La verdad es que Jesús murió por nuestros pecados, fue enterrado y resucitó. El adventismo enseña un Jesús distinto, y el Jesús a quien conozco ahora no es el mismo Jesús que conocía cuando era adventista. El Jesús a quien conozco es plenamente Dios, y no es Miguel el Arcángel. Jesús ha realizado la expiación; me da seguridad de mi salvación. Es más, perdonó TODOS mis pecados (pasados, presentes y futuros), y nunca me condenará. Es mi reposo sabatario eterno; desarmó a Satanás en la cruz, y vino a la tierra en primer lugar para ser mi Sustituto. No había posibilidades de que fracasara en Su misión, porque Él es Dios Soberano. Nunca dejará de interceder por mí, y Él cargó todos mis pecados, mi culpa y mi vergüenza. Jesús es el Único que pagó el precio y aceptó la culpa por todos los pecados, finalmente y para siempre.

Éste es el Jesús que extendió la mano para salvarme mientras estaba muerta en mis transgresiones y pecados, y por medio del Espíritu Santo, me sacó de mi estado de muerte espiritual y me dio un nacimiento nuevo; ahora estoy espiritualmente viva en Jesucristo. Éste es el Jesús que me sostiene en Su mano y nunca me abandonará. Éste es el Jesús con Quien estoy sentada en el reino celestial para siempre. Soy guardada por Su gracia y he sido declarada justa para siempre.

Sé que soy salva.


Lainisinging

Elaina Matthews creció en una familia adventista multi-generacional conservadora, en Pueblo, Colorado y estudió en la Academia Campion. Está en su último año de estudios con especialización en desempeño vocal en la Universidad de Nebraska-Lincoln, y es miembro de la Iglesia Lincoln Berean. Es anfitriona y moderadora de un grupo en Facebook para jóvenes, que está vinculado con el sitio web de Life Assurance Ministries, BibleStudiesforAdventists.com. Su grupo, «Bible Studies for Adventists: Young Adults» es un grupo abierto que intenta comparar lo que se enseña en The Collegiate Quarterly, con la Biblia.


Esta foto se sacó durante el testimonio de Elaina en la Former Adventist Fellowship Conference en Redlands, California el febrero pasado, donde por primera vez dio su testimonio, que se ve reproducido aquí. También cantó Blessed Assurance y Before the Throne of God Above. Puede ver su testimonio en YouTube.