Colleen TinkerEl mundo cristiano acaba de celebrar la resurrección del Señor Jesús, y estoy sobrecogida de nuevo cuando pienso en la obra de Jesús. Con un cuerpo mortal y sin perder nada de sus atributos divinos, Él vivió entre nosotros y cargó todos nuestros pecados. Murió en nuestro lugar en la cruz y resucitó del sepulcro al tercer día. Quebrantó el control de Satanás sobre su dominio de oscuridad (Colosenses 1:13) y abrió un camino nuevo y vivo para nosotros, el que permite que nos acerquemos a Dios directamente (Hebreos 10:20).

Desde que comenzamos el ministerio para los ex adventistas y los que están cuestionando el adventismo en 1999, Richard y yo hemos descubierto que estamos más felices cuando vemos a la gente llegar a comprender la gracia de Dios en su vida, porque el Señor Jesús murió en su lugar y resucitó para que tenga vida eterna. Ver a la gente nacer de nuevo y estar viva espiritualmente nos sigue dando la mayor alegría de nuestras vidas. Pero tenemos una preocupación creciente respecto de muchos de nuestros conocidos que parten del adventismo. Están emocionados sobre el nuevo pacto, pero poco a poco, muchos de ellos se enredan en las religiones sutilmente basadas en obras que prometen la paz, la victoria, y el poder a través del aprendizaje de varios métodos especiales de oración y disciplinas espirituales. Para mí, ha sido un pesar profundo ver a los ex adventistas que abandonan el poder del evangelio y confunden su amor por el nuevo pacto con una búsqueda de algo más.

El momento en que tratemos de mejorar nuestra experiencia con disciplinas y métodos designados a optimizar nuestra experiencia con Dios, añadimos nuestras obras a la obra cumplida de Jesucristo.

            Las personas que están insatisfechas con el evangelio y la palabra de Dios como Su provisión para nuestro poder son vulnerables a las enseñanzas falsas; pero ellas también quedan conectadas, sutil pero poderosamente, a lo que creían haber dejado: el evangelio falso del adventismo.

Hay dos cosas necesarias para ser libres de nuestras marañas adventistas. La primera cosa es que hay que tomarse el tiempo de «desempacar» nuestra cosmovisión adventista, la que incluye la naturaleza del ser humano, la naturaleza del pecado y de la salvación, la naturaleza de Jesús, y el impacto del nuevo pacto. La segunda cosa importante es confiar en Dios, sabiendo que Él no puede mentir y que va a transformarnos mientras sometemos la mente a este proceso.

Es difícil perder nuestra tendencia adventista de «intelectualizar», pero es necesario cambiar si queremos ser cristianos maduros y seguros en nuestra identidad en Jesucristo. El poder de la vida cristiana descansa en permitir que la palabra de Dios nos diga la verdad, y en estar dispuestos a obedecerla. El momento en que tratemos de mejorar nuestra experiencia con disciplinas y métodos designados a optimizar nuestra experiencia con Dios, añadimos nuestras obras a la obra cumplida de Jesucristo.

Es más, Él quiere que tengamos la misma fe de Abraham; es decir, Dios quiere que nos sometamos a Su palabra y que dejemos de crear la experiencia o el programa que pensamos que merecemos. Dios quiere que confiemos en Él en medio de nuestro sufrimiento y en la cotidianeidad de la vida. Él se nos acerca y nos da significado mientras tomamos cada paso en obediencia, y Él es fiel para mostrarnos cada paso cuando confiamos en Él.

Hemos dedicado esta edición de ¡Proclamación! a un pedido: que sean responsables. Dale Ratzlaff nos desafía a confiar en la palabra de Dios cuando difiere de la doctrina adventista. Terry Mirra nos reta a «desempacar» la cosmovisión adventista y divorciarnos completamente de ella; Martin Carey explora las raíces del movimiento de la oración contemplativa y el misticismo cristiano que está creciendo rápidamente en popularidad en las iglesias evangélicas. Julius Botelho narra su encuentro con Su Salvador fiel, y además compartimos recuerdos de la octava Conferencia para ex adventistas en Redlands, California. Rick Barker investiga la Creencia Fundamental adventista #5, y Carolyn Macomber escribe sobre el sufrimiento del cristiano. Chris Lee concluye esta edición recordándonos que debemos celebrar nuestros derechos en Jesucristo.

La confianza en el Jesús resucitado es lo que cambia nuestras identidades. Confiar en el Señor respecto de nuestro crecimiento, nuestra provisión y nuestras vidas es lo que nos vincula con Él. Cuando vemos que Él provee para nosotros y redime nuestra angustia, como ha prometido, somos transformados. Su palabra es viva, y nos cambia cuando confiamos en ella, porque sabemos que Dios no puede mentir. ¡Ha resucitado!