Contemplating Prayer

Hemos llegado a estar cada vez más preocupados con la confusión espiritual que muchos afrontan cuando conocen a Jesús y comienzan a salir del adventismo y entran en la comunidad cristiana. Muchos autores y maestros cristianos han estado añadiendo las disciplinas espirituales y las prácticas meditativas al evangelio del Señor Jesús en un intento de sanar sus heridas profundas y buscar experiencias personales con Dios. Publicamos este artículo para ayudarlos a ver dónde se originan estas adiciones espirituales, y también para recordarlos que el evangelio es la fuente de nuestra salvación y nuestra sanación profunda. La palabra de Dios es Su provisión inerrante de la revelación de la verdad y la realidad para nosotros.


 —¡Por favor, muéstrame tu gloria!

La petición fue abrupta, ingenua y desde el corazón.

Moisés se había estremecido ante las laderas oscuras de Sinaí y había recibido la ley de la mano de Dios. Había oído la voz tronante de Dios y había visto Su trono en la montaña con los ancianos de Israel. Aun oró por un futuro totalmente seguro para Israel, y Dios le contestó desde el centro de Su ser. De hecho, Moisés habló con Dios en forma singular porque era el profeta del pacto. No había otro profeta como Moisés (Dt 34:10), salvo Uno (Dt 18:15), y «hablaba el Señor con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo» (Éxodo 33:11). Pero Moisés no estaba satisfecho; quería un encuentro personal con la gloria de Dios.

Nosotros también buscamos encuentros directos e íntimos con Dios. Preguntamos: ¿Cómo debemos orar? ¿Hablamos con Dios o debemos esperar para que Él hable directamente con nosotros? Muchos libros tienen métodos para orar de manera más íntima y gloriosa; aun prometen que literalmente oímos la voz de Dios. Además, algunos cristianos creen que las oraciones convencionales, simplemente hablando con Dios, nos distancian de la comunión auténtica con Él.

Estos sentimientos de deficiencia en la oración forman parte de una preocupación más grande y contemporánea de parte de los cristianos que piensan que sus vidas espirituales son inauténticas. Sin duda, los cristianos saben que pueden acercarse con confianza al trono de gracia y recibir la misericordia, pero ¿cómo puede ser un encuentro con Dios cara a cara?

Nuestros apetitos espirituales

La comunicación con Dios está en el núcleo de nuestras vidas espirituales. Por naturaleza, buscamos una espiritualidad que promete el consuelo por medio de una experiencia tangible que satisfará nuestras necesidades percibidas. Queremos un toque de sanación para aliviar nuestras heridas, y una revelación para iniciar cambios profundos. Por lo tanto, a veces los cristianos se frustran cuando hablan con Dios, y buscan algo que alcanza las profundidades del alma y produce resultados. Richard Foster ha dicho:

 La superficialidad es la maldición de nuestra época. La doctrina de la satisfacción instantánea es un problema espiritual importante. Actualmente, la necesidad desesperada no es para más personas inteligentes, ni para más personas dotadas, sino para más gente profunda.1

Es verdad que los servicios de adoración de Dios que enfatizan la gratificación instantánea no han producido cambios interiores importantes ni satisfacción en el alma. El profesor de filosofía y autor, Dallas Willard, concuerda con este análisis y añade que nuestros servicios de adoración que nos hacen sentir bien se combinan con la predicación superficial que se enfoca en «el perdón de los pecados para que el individuo vaya al cielo cuando se muere». Es un evangelio limitado e inefectivo, según Willard, que se reduce al perdón de los pecados y la seguridad de la salvación. Un evangelio más amplio y fuerte abarca la persona y la vida enteras.2 Willard cree que nuestros caminos de acceso al poder y a la presencia de Dios son profundamente deficientes. Como resultado, los cristianos están sufriendo del estancamiento espiritual. Ambos, Willard y Foster, dicen que a través de los siglos, la iglesia se ha extraviado, y ellos ofrecen un programa para la reforma.

Este programa es un movimiento que Foster y Willard han llamado «la formación espiritual», y enfatiza la imitación de la vida de Jesucristo. Enseñan que la verdadera formación del alma a la imagen de Jesucristo solamente puede ser realizada por medio de la práctica deliberada de las disciplinas espirituales. En vez de investigar la enseñanza apostólica del nuevo nacimiento y la sumisión a la palabra y la voluntad de Dios, este movimiento saca mucho de su teología y su práctica de los antiguos Padres del Desierto, un grupo de ermitaños y ascéticos cristianos que vivían en el desierto de Egipto en el tercero y el cuarto siglos d. C. La actividad principal de estos monjes era la práctica de la oración contemplativa, una clase de oración introspectiva, enfocado en el alma, donde, según ellos, encuentran a Dios. Querían buscar Su presencia y dirección inmediata en este estado de quietud interna. Hoy día, en el mundo evangélico, Foster y Willard ofrecen las disciplinas de la formación espiritual, especialmente la oración contemplativa, como la solución para la espiritualidad superficial, y los creyentes de cada denominación, liberal y conservadora, han sido atraídos a este avivamiento de la espiritualidad antigua.

¿Qué es la oración contemplativa?

Richard Foster ha escrito mucho sobre la formación espiritual. Nos exhorta:

Si queremos atravesar las superficialidades de nuestra cultura, incluso nuestra cultura religiosa, debemos estar dispuestos a profundizar en los silencios recreativos, en el mundo interior de contemplación. En sus escritos, todos los maestros de meditación nos llaman a ser pioneros en esta frontera del Espíritu.3

Se explora esta frontera por medio de la práctica de una disciplina espiritual antigua, el arte de silencio. Jan Johnson explica:

La oración contemplativa, en su forma más sencilla, es la oración en la que el individuo calma sus pensamientos y emociones y se enfoque en Dios Mismo… La idea fundamental es que la persona simplemente disfruta del compañerismo de Dios, calmando sus pensamientos para oír a Dios si Él decide hablar. Por eso, a veces se refiere a la oración contemplativa como «la oración de silencio».4

Los autores que escriben sobre la oración contemplativa son unánimes en promover este concepto de «silencio», un estado de ánimo quieto donde el practicante desciende en una comunión íntima y sin palabras con Dios. De hecho, se considera que las oraciones orales son un obstáculo para la experiencia de una intimidad más profunda con Dios. Mientras la mayoría de los autores no ha descartado las oraciones orales, a menudo desprecian tales oraciones, diciendo que son menos capaces de cambiar vidas. Para ellos, sólo un conocimiento inmediato e intuitivo de Dios, experimentado en un estado meditativo, puede llevar a la transformación espiritual. Según Ruth Haley Barton, la persona debe «… estar preparada para dejar atrás las palabras y estar solo con Dios en un acto de amor… requiere que dejamos atrás lo conocido para abrirnos a algo nuevo».5

Barton, Foster, Willard y otros creen que solamente las experiencias místicas de oración pueden dar acceso a la presencia inmediata de Dios para efectuar el verdadero cambio de corazón. Por consiguiente, el objetivo de una experiencia mística es una unión con Dios que Foster describe como «una dulce inmersión en la Divinidad».6 De hecho, era esta misma unión que motivaba a los Padres del Desierto a huir de las ciudades cuando el emperador romano, Constantino, legalizó la cristiandad en 313 d. C. Temerosos de las tentaciones y las corrupciones que venían con la religión oficial, muchos hombres piadosos dejaron todo para ir al desierto donde podían aislarse, practicar las disciplinas espirituales rigurosas, y dedicarse a la subyugación de la carne y el esfuerzo de volverse más como Jesucristo.7

El pedigrí de la oración contemplativa

Es interesante notar que aunque los fieles ortodoxos y católicos generalmente dicen que los Padres del Desierto practicaban una forma pura y original de su fe, sus prácticas no desarrollaron en un vacío cultural. Sus prácticas místicas se originaron en un ambiente más grande que, con el transcurso de los siglos, combinaba la cristiandad con la filosofía de Platón, las religiones egipcias y las religiones orientales como el budismo.8 Además, no eran los primeros ascéticos que se aislaron para la búsqueda de santidad. Por ejemplo, la vida monástica se estableció en Egipto mucho antes de 200 d. C., y los ritos y las oraciones místicos allí se remontan antes de los días de Moisés. También, los intercambios culturales entre Egipto e India eran comunes antes de 200 a. C., y podemos leer los escritos del emperador indio Asoka Magno quien envió emisarios budistas a muchas regiones, incluso a Grecia y Egipto, para convertir a la gente.9 Estos datos no deben sorprendernos porque el misticismo, por su misma naturaleza, siempre puede cruzar fronteras y adaptarse.

La filosofía griega tenía mucha influencia en los Padres del Desierto. Los filósofos Platón y Plotino, en turno, basaban sus ideas místicas en unas fuentes aun más antiguas, las religiones orientales; y con frecuencia, sus tratados reflejan esas influencias.10 Por ejemplo, Plotino habló el idioma místico universal cuando escribió en 200 a. C: «Libere su alma de todo lo externo y diríjase a su interior completamente, y olvídese aun a sí mismo, así aproximándose a la vista del Uno».11

Filón de Alejandría, un judío helenista que era contemporáneo de Jesús, nos da más información sobre estos antiguos ascéticos del desierto en sus descripciones aprobadoras de ellos, llamándolos therapeutae, un término griego que significa «los sanadores». Escribe de cómo dejaron a sus esposas, a sus hijos y sus posesiones para buscar la austeridad extrema y vivir la vida del espíritu. Querían vislumbrar al Dios viviente.12 Estos primeros ascéticos no cristianos eran los predecesores de los Padres del Desierto.

Entre los Padres del Desierto, una persona prominente, Antonio Magno, vino de una familia egipcia adinerada pero quería perseguir una vida de pura devoción a Dios. Por lo tanto, Antonio dejó todas sus posesiones para retirarse al desierto egipcio y vivir una vida ascética de oración, lectura y meditación sobre Dios en confinamiento solitario. Encontró varios lugares incluso una cueva, una tumba y una antigua fuerte romana en la que se encerró, sosteniéndose con pan, sal y agua que otros le traían. Se decía que mientras estaba solo se veía asediado por tentaciones y horribles apariciones de demonios, aun de Satanás mismo. Los demonios lo golpearon severamente y casi murió, pero él no se rindió. Antonio proclamó que había vencido a Satanás, y éste concedió su derrota personalmente. Antonio adquirió fama como un hombre piadoso, y muchos lo buscaron por su sabiduría hasta su muerte a la edad de 105.13 Fue beatificado por la Iglesia y se lo considera el patriarca de los monjes.

Sus dichos profundos sobre la vida ascética son citados ampliamente hoy en día. Él creía que nuestra facultad más elevada, el nous, transcendía la mera razón, y percibía lo divino a través de la experiencia inmediata y la intuición. Éste era el ser verdadero que podía conocer a Dios. Por consiguiente, cuando uno se conoce bien a sí mismo, puede conocer a Dios. Por eso Antonio declaró:

Vamos a purificar nuestras mentes, porque creo que cuando la mente es completamente pura y en su estado natural, adquiere perspicacia penetrante y ve con más claridad y más allá de lo que los demonios ven, porque el Señor le revela las cosas.14

Los Padres del Desierto abrazaron apophatic, o teología negativa, la que propone que dado que Dios es sumamente grande, perfecto y transcendente, es imposible describirlo o comprenderlo adecuadamente. Por lo tanto, es mejor describirlo negativamente, en términos de lo que Él no es. Es más, enseñaron que tenemos acceso a la presencia transcendente de Dios directamente a través de las experiencias no racionales porque el espíritu humano que conoce a Dios no es racional. Por consiguiente, debemos practicar Su presencia por medio de purgar las mentes, el mundo y todo lo que no es Dios.

Varios siglos antes, Plotino había ilustrado este método de formación espiritual con la metáfora de un escultor que esculpe de una estatua todo lo que no es parte de la imagen final. Pero para los cristianos, era el filósofo y teólogo del quinto siglo, Pseudo-Dionisio, que introdujo una teología apophatic a la iglesia.15

Pseudo-Dionisio enseñaba que Dios sólo puede ser conocido cuando dejamos de hablar, ver o comprenderlo racionalmente. En tal estado meditativo, el buscador entrará en una oscuridad y un vació divino donde se siente que Dios está ausente, aunque no lo está.16 Pseudo-Dionisio comparó su paradigma de sentir a Dios con el de Moisés cuando subió al Monte Sinaí para encontrar a Dios en las tinieblas, y donde dejó su teología racional abajo. Para comunicarse con Dios directamente, dice el filósofo, Moisés entró en la oscuridad misteriosa e incognoscible de la nube en la cima de la montaña. Pseudo-Dionisio usaba esta historia de la oscuridad de Sinaí como alegoría del buscador místico que se supera a sí mismo hacia la unión con Dios a través de las disciplinas espirituales y la oración.17 Para los místicos, esta «nube de desconocimiento» ha llegado a ser el símbolo de la presencia escondida de Dios.

Subiendo la escalera

Durante el séptimo siglo, en un monasterio ortodoxo al pie del Monte Sinaí, vivía un monje devoto llamado Juan. Tomaba tan en serio sus votos monásticos que le pidieron que escribiera una guía para monjes sobre la vida monástica. Se sabe poco acerca de Juan Clímaco,18 pero su libro, The Ladder of Divine Ascent sigue siendo una obra clásica hasta la fecha.

En The Ladder, Clímaco ofrece su sabio consejo sobre conquistar los vicios, adquirir las virtudes y preparar el cuerpo y el alma en el curso de la vida para la unión con Jesús. La Ladder (escalera) tiene 30 peldaños, uno para cada año de «la vida escondida de Jesucristo» antes de Su bautismo. Los peldaños finales demandan la renuncia de todos los placeres, las relaciones, y las pasiones, finalmente alcanzando «el silencio» (hesychia). Con la realización del dominio de la carne, uno queda con el amor puro. En el peldaño superior de la escalera se encuentra a Jesús que espera para abrazar a los que han dejado todo, así imitando Su vida exitosamente.19 Naturalmente, no hay seguridad de salvación en la escalera hasta que uno haya pasado al último peldaño y entrado en el paraíso para ser uno con Jesús. Las demás personas que están subiendo la escalera son atacados por demonios y pueden caerse en cualquier momento, aun del peldaño superior. Clímaco dice que Dios el juez estaba de pie, mirando el resultado de este concurso; así que sólo un insensato u hombre del mundo puede pensar que él está seguro.20

Es posible que sintamos la tentación de rechazar The Ladder como una historia bizantina evocadora, pero The Ladder provee una imagen gráfica de los sistemas de obras-justicia que siguen apareciendo en nuevas versiones contemporáneas. Aunque nuestros senderos modernos de la formación espiritual pueden ser adaptados para los profesionales ocupados, a diferencia de los exilios rigurosos acompañados de ataques demoniacos de los monjes antiguos, las premisas son iguales. Nuestras vías hacia la santidad pueden ser variables más sutiles que subir una escalera espiritual, donde la disciplina superior trae la misericordia superior, y la salvación es un premio para los logros personales. Pero tales escaleras tienen peldaños rotos y no llevan a ninguna parte. Encontramos la respuesta a la pregunta eterna en el evangelio verdadero: «¿Cómo podré acercarme al Señor y postrarme ante el Dios Altísimo?» (Miqueas 6:6).

Los ejercicios espirituales de San Ignacio y los métodos místicos de Santa Teresa están ganando popularidad entre los miembros de las denominaciones protestantes, mientras los autores que escriben sobre la formación espiritual citan a San Ignacio y Santa Teresa frecuentemente y con aprobación.

Los Contrarreformistas

La espiritualidad mística siempre ha tenido un lugar en la Iglesia Católica Romana, aunque la jerarquía no siempre la veía con favor. No obstante, durante los tiempos cuando el liderazgo de Roma quería proteger y extender su influencia, pidió un retorno a los fundamentos espirituales de la iglesia del cuarto siglo, reanimando la veneración de María y las prácticas místicas de los santos. Fue en el tiempo de la Contrarreforma cuando Lutero desafió la autoridad de la iglesia.

Martín Lutero era un monje que practicaba sus votos monásticos con tal vigor que sus compañeros se preocuparon. Cuando Lutero descubrió la doctrina bíblica de justificación mediante la fe, entendió que su santidad monástica junto con todas las obras de los grandes santos no era «una tesorería de mérito», sino «un charco sucio».21 Se dio cuenta de que la salvación era sólo por gracia, adquirido mediante la fe sola, en Jesucristo solo y encontrado en la Biblia sola. La jerarquía de la iglesia no podía tolerar los «solos» porque expusieron la estructura de la iglesia romana como un sistema centrado en el hombre que suprimía la pura fe en Cristo. Desde una doctrina singular brotó una Reforma entera.

Lutero dijo: «Él que se aparta del artículo de justificación no conoce a Dios y es idólatra; porque cuando se quita este artículo, nada queda salvo error, hipocresía, impiedad e idolatría, aunque puede parecer la última verdad, la adoración de Dios, la santidad, etcétera».22

La iglesia romana respondió con su propia Contrarreforma, con un retorno a sus fundamentos espirituales y los fieles respondieron. Vamos a investigar dos ejemplos dignos de atención.

En 1521, el ejército español estaba defendiendo su ciudadela en Pamplona contra los franceses donde un oficial fue herido en la pierna por una bala de cañón. El oficial, Don Íñigo Loyola fue capturado por los franceses y lo atendieron, pero casi murió de sus heridas. Durante su larga recuperación, dedicó su vida a la imitación de los grandes santos antiguos y empezó a practicar el ascetismo extremo, incluso la abstinencia completa de comida y bebida mientras vivía en una cueva. Durante un ayuno severo, Loyola tuvo una visión que cambió su vida profundamente e intensificó su deseo de vivir como un santo.23

Loyola escribió un libro de ejercicios espirituales para los fieles ordinarios para ayudarlos a vencer el pecado. Los ejercicios recetan un programa de 30 días con una serie de oraciones, meditaciones, y experimentos del pensamiento. Un ejercicio mental sugiere que uno se imagina escenas en la vida de Jesús de manera detallada que involucra todos los sentidos. Puede que los Adventistas del Séptimo Día oigan un eco de los ejercicios en Ellen White, la que nos animó a «pasar una hora en meditación cada día para contemplar la vida de Jesucristo» por medio de imaginar cada detalle de la vívida escena.24

Loyola también fundó la Sociedad de Jesús, una organización dedicada a mejorar la reputación y el alcance de la Iglesia Católica Romana. Su movimiento encabezó la Contrarreforma, y empleaba su mente militar para cultivar la disciplina en sus Jesuitas que hicieron votos de defender ferozmente a la Iglesia y vencer toda resistencia. La Iglesia beatificó a Loyola en 1609 como «San Ignacio».25

Un contemporáneo de Loyola, Teresa de Ávila, era una monja carmelita del siglo 16. Entró en el convento a la edad de 20 años, dedicando su vida a la oración y la meditación. Adoptó la práctica de leer los grandes santos místicos y sus prácticas también; experimentó varios encuentros sobrenaturales. Es más, era políticamente ferviente, uniéndose con los Jesuitas y el movimiento de la Contrarreforma para devolver a la Iglesia sus ideales monásticos originales. San Juan de la Cruz trabajaba con Teresa para reformar los conventos y también fundaron otros 17 nuevos conventos.26

Durante uno de sus estados meditativos, Teresa vio a un joven ángel acercándose a ella con una lanza dorada. Yacía impotente mientras el ángel hundió su lanza en ella, eviscerándola. Ella describió la agonía terrible que experimentaba mientras al mismo tiempo tuvo la sensación de ser llevada en un éxtasis exquisito. Los tintes eróticos en este encuentro no eran poco comunes para Teresa, según lo nota William James.27 La monja escribió de sus experiencias místicas en su obra más conocida, Interior Castle. Era beatificada como Santa Teresa, y más tarde en 1970  fue nombrada «Doctora de la Iglesia».

Irónicamente, hoy en día el legado de los Contrarreformistas está abriendo camino en el protestantismo evangélico. Los ejercicios espirituales de San Ignacio y los métodos místicos de Santa Teresa están ganando popularidad entre los miembros de las denominaciones protestantes, mientras los autores que escriben sobre la formación espiritual citan a San Ignacio y Santa Teresa frecuentemente y con aprobación. Con el crecimiento de esta influencia, dos pilares de la Reforma, la justificación mediante la fe sola y sola scriptura han sido comprometidos o totalmente negados. Según dijo John Piper en 2007, la justificación por fe se ha vuelto confusa y abarrotada. Puede que los protestantes se pregunten: ¿Qué ha pasado con nuestra Reforma?

La nube de desconocimiento redescubierta

El legado Católico Romano de la formación espiritual empezó a aparecer inexorablemente en el mundo protestante durante del 20º siglo y cobró impulso después del redescubrimiento de William Meninger de un libro escrito por un autor anónimo en el 14º siglo, The Cloud of Unknowing, en 1974. Meninger, un monje trapense del monasterio de St. Joseph en Massachusetts, quedó tan encantado con este libro sobre la oración mística que empezó a compartirlo con sus compañeros en el monasterio.28

 Por más de una década, Meninger había estado respondiendo al desafío del Papa en el Concilio del Vaticano II (1962- 1965), pidiendo a los líderes Católicos de abrir un dialogo con otras religiones. Después de descubrir The Cloud en 1974, Fray Meninger se dio cuenta de que había encontrado algo que los Católicos Romanos tenían en común con otras tradiciones de fe, y comenzó a invitar a los maestros de la meditación transcendental y el budismo zen a colaborar con él y enseñar la meditación en el monasterio. Abrieron las clases al público y de pronto se llenaron por completo. En 1978, dos monjes compañeros, Basil Pennington y Thomas Keating se unieron con Meninger para enseñar la oración contemplativa, y pronto sus escritos fueron extensamente leídos fuera del Catolisicmo.29 Actualmente, se considera que estos tres monjes son los «padres fundadores» del movimiento místico moderno en los Estados Unidos.

Aun antes del reavivamiento del Monasterio de St. Joseph, otro monje trapense estudioso llamado Thomas Merton persiguió su fascinación con las similitudes entre el Catolicismo Romano antiguo y otras religiones místicas, leyendo ávidamente y estudiando con budistas zen, musulmanes sufíes, y otros «hermanos renunciantes». Quedó convencido de que el pecado original de la humanidad era alienación de la persona de su ser auténtico, lo que sólo podía ser sanado por medio de una jornada en lo profundo de uno mismo para encontrar a Dios y ser renovado por medio de una reunión con el espíritu divino. Merton combinó la teología panteísta del místico dominicano del siglo 14, Meister Eckhart, con la psicología de «individuación», el proceso de unificar las partes fragmentadas de uno mismo en uno, que fue una idea adoptada del psicoanalista Carl Jung.30

Merton era un escritor, un pensador y un activista social apasionado, y con frecuencia se recomienda sus obras en la literatura cristiana. De hecho, actualmente es posible encontrar sus ideas mencionadas y celebradas en diversos lugares, desde el monasterio trapense de Getsemaní31 al sitio web de la Universidad Biola.32 Lo que no mencionan frecuentemente es que Merton promovió un ecumenismo profundo, creyendo que debemos aceptar todas las religiones, suprimir las diferencias doctrinales y abrazar el misticismo que es común para todas las tradiciones.

En el Monasterio St. Joseph, Pennington y Keating compartieron la visión mística ecuménica de Merton y valoraron la sabiduría oriental: «Nosotros, los cristianos, no debemos dudar en aprovechar las buenas técnicas que nuestros amigos sabios del oriente están ofreciendo…».33 Las técnicas a las que se refieren son las prácticas de meditación de los budistas y los hindúes para unirse con lo divino. Los cristianos también pueden utilizar estas técnicas orientales, dicen, con tal de que estén buscando intencionalmente el contacto con su dios [sic] escogido, Jesús.

La teología mística

Podemos entender mejor los escritores místicos modernos si leemos los escritos de Meister Eckhart, el teólogo alemán del siglo 14. Eckhart enseñaba que Dios está en todo, y todo está en Dios, la doctrina de panenteísmo. En otras palabras, todos los seres humanos tienen una chispa divina, «un aspecto no creado» que realmente conoce a Dios. Creía que en las profundidades del alma cada uno comparte la divinidad de Dios y puede lograr la unidad con Él mediante la contemplación de la verdad sencilla que reside en el centro de uno mismo. Eckhart estaba en deuda con los neoplatónicos en cuanto a esta filosofía; estos practicaban la disciplina de buscar en sus almas para encontrar la unidad con el Uno, y Eckhart seguía en el buen camino con un método que llamó «El camino sin camino». Este «camino» era inexplorado salvo su premisa fundamental: la contemplación en «una quietud absoluta» que naturalmente llevaría a las acciones compasivas.34

A Thomas Merton le encantaba la filosofía de Eckhart, y expresó su creencia central con elocuencia:

En el centro de nuestro ser reside un punto de nada que no es tocado por la ilusión, un punto de la pura verdad, un punto o una chispa que pertenece totalmente a Dios… Este pequeño punto de nada y de pobreza absoluta es la pura gloria de Dios en nosotros.35

Para resumir, la teología mística se basa en la creencia de que cada ser humano, cristiano o no, tiene algún aspecto de Dios en sí mismo. Esta creencia es contraria a la declaración bíblica que somos «por naturaleza objetos de la ira de Dios» (Ef 2:3). Aunque la mayoría de cristianos que está atraído al misticismo no se identificaría con el panenteísmo, muchos han aceptado la suposición central que el individuo posee la gloria de Dios, y su versículo bíblico de apoyo es Lucas 17:21: «…el reino de Dios está entre ustedes» (interpretación alternativa: «…el reino de Dios está dentro de ustedes», NVI). Puesto que Dios es inefable, dicen, es mejor comprenderlo intuitivamente, no según una teología proposicional. En otras palabras, la presencia de Dios y el ser humano auténtico son uno y lo mismo. Phillip Sheldrake dice:

Cuanto más auténticos son nuestros deseos, más afectan nuestras identidades y la realidad de Dios en el meollo de nuestros seres.16

La teología mística dice que uno tiene acceso a las bendiciones por medio de quitar la «persona falsa» exterior mediante las disciplinas espirituales, especialmente el silencio y la solitud. No se cree que la lectura de la Biblia y la oración sean suficientes para tener acceso al poder de Dios. En cambio, se considera que es mandatorio deshacerse del análisis racional y practicar un alterado estado de consciencia para crecer espiritualmente.

Es más, puesto que la teología mística es muy subjetiva, o sea, que encuentra la verdad en las profundidades del ser donde Dios vive, los místicos no leen la Biblia de forma directa. Interpretan las palabras bíblicas intuitivamente, mientras dan menos importancia al significado universal y objetivo que Dios quiere que comprendamos racionalmente. Francis Schaefer entendía perspicazmente que esta «nueva teología» usaba palabras religiosas que están llenas de connotaciones pero que evitan una definición clara. El lenguaje místico puede parecer intensamente espiritual y puede animar motivaciones profundas, pero las definiciones de las palabras se quedan ocultas, y sólo dan una ilusión del significado.37

Sin embargo, muchas investigaciones académicas argumentan a favor de la oración contemplativa, y citan la Biblia para apoyar sus opiniones. No dudo que muchos de estos eruditos evangélicos sean sinceros y amen la palabra de Dios; sin embargo, uno debe investigar cuidadosamente para encontrar a los que pueden articular y defender sola scriptura en el sentido reformista. Richard Foster, por ejemplo, anima a sus lectores a someterse a la autoridad de las Sagradas Escrituras, pero en su Instituto Renovare, donde Dallas Willard también es miembro de su personal,38 es posible encontrar varias enseñanzas que contradicen directamente la Biblia. Por ejemplo, una enseñanza niega que Dios juzga el pecado, y otras dicen que Génesis es un mito, que en Isaías no hay profecía sobre Jesucristo, que es posible escaparse del infierno, y más.39

Además, Foster cita al fundador cuáquero, George Fox, para la orientación en el uso de la Biblia. Fox escribió que el amor de Dios es el espíritu de la Biblia, e insiste en que el espíritu debe ser exaltado sobre el texto bíblico.40 Los cuáqueros enseñan que no es la Biblia, sino la luz de Jesús adentro la que genera entendimientos espirituales y una nueva vida con Dios. El usar la Biblia para apoyar la idea de que su función principal es inspirar las experiencias místicas y oír personalmente la voz de Dios, fuera de la Biblia, es exaltarse a uno mismo sobre la palabra eterna de Dios.

La experiencia mística

La literatura mística cristiana clásica incluye tres etapas coincidentes en la experiencia contemplativa: la purgación, la iluminación y la unión.

La purgación: Primero, el alma se purga de sus pasiones, sus deseos, y aun su intelecto, de todo lo que no es Dios. Aquí el creyente busca «la resignación y el desapego de todo, sólo por el amor de Dios».41 Este desapego lleva a «la noche oscura del alma», donde uno se siente vacío y abandonado por Dios mientras Él purifica el alma.

La iluminación: Ya purgado de uno mismo, la persona está lista para recibir la verdad espiritual directamente de Dios, a menudo en la forma de oír Su voz, tener visiones o recibir impresiones. Pseudo-Dionisio dice: «El alma debe perder las inhibiciones de los sentidos y de la razón, porque uno conoce a Dios por medio del desconocimiento y es iluminado por medio del “rayo de la oscuridad divina”».42 Richard Foster también recomienda el uso del «poder tremendo» disponible a través de «la puerta de la imaginación» para encontrar a Dios y escucharle decir Su palabra a nosotros.43 Las palabras personales que uno oye durante el proceso de iluminación son consideradas la palabra de Dios, y uno debe obedecerlas como fuentes autoritativas de la verdad. ¿Cómo sabe uno si es Su voz? Con práctica, dice Foster, uno aprenderá que la voz de Dios atrae y anima, mientras Satanás empuja y condena.44

La unión: Finalmente, uno ha pasado por las capas exteriores de su ser para llegar a su centro, teniendo una comunión con Dios sin mediador. Un sentido de la unidad perfecto con Dios conlleva el éxtasis momentáneo, la iluminación poderosa, y aun una experiencia intensa de romance con lo divino, según han dicho muchos contemplativos.

La purgación, la iluminación y la unión forman un ciclo continuo en la jornada de la formación espiritual, pero el fundamento de toda la contemplación es vivir «El Silencio». Richard Foster dice: «Debemos vivir en un silencio perpetuo, interior, y atento, para que Dios sea la fuente de nuestras palabras y nuestras acciones».45

Pero al mismo tiempo, hay controversia entre católicos romanos en cuanto a las fuentes de los métodos de la oración centradora moderna. El cardenal Ratzinger ha advertido a los católicos de los peligros de combinar la meditación y las técnicas orientales, especialmente de las budistas con la oración cristiana.46

La purgación, la iluminación y la unión forman un ciclo continuo en la jornada de la formación espiritual, pero el fundamento de toda la contemplación es vivir «El Silencio». Richard Foster dice: «Debemos vivir en un silencio perpetuo, interior, y atento, para que Dios sea la fuente de nuestras palabras y nuestras acciones».

La oración mística

Una premisa central de la oración mística para quien quiere ser espiritual, es que uno debe desconectarse de la mente y quietarla. Tanto el pensamiento ordinario y profano como todos los pensamientos sobre Dios o Su palabra deben ser silenciados. El método aceptado de apagar la mente es usar un dispositivo mántrico, donde se repita una palabra o una frase lentamente hasta que todos los pensamientos cesen. Los autores cristianos llaman este dispositivo «una palabra sagrada» o «una oración de respiración», pero su función es parecida a las mantras hindús y budistas.47 En combinación con la palabra sagrada, enfatizan la respiración estable y la postura cómoda, puesto que la meditación también es física.48

Otro método venerable de contemplación es usar la imaginación para visualizar una escena o una persona en detalle. Con la práctica regular y el deseo intenso, las escenas imaginadas llegan a ser encuentros vivos y sobrenaturales con seres espirituales. «Las palabras sagradas» y la visualización son los métodos enseñados por los Padres del Desierto, por The Cloud of Unknowing, y por los escritores contemplativos actuales, incluso Foster, Willard, Pennington, Keating, Merton, Nouwen, Manning y muchos otros.

La oración mística produce un estado de consciencia alterado donde los procesos ordinarios de pensar son discapacitados. El investigador de trances, Dennis Weir, descubrió que la repetición de un pensamiento causará un «círculo de conocimiento» que aumenta el enfoque y limita otras funciones cognoscitivas.49 El estado de consciencia alterado de la meditación también involucra la disociación, definida por Ernest Hilgard como «la separación de ciertos procesos mentales de la consciencia en general».50 Durante un trance, la persona disocia, o se separa de sus emociones, sus sentidos, y su cuerpo con una percepción alterada de identidad y realidad.51

Por mucho tiempo, los trances han sido las herramientas del chamanismo, de la magia y de la adivinación; y son acompañadas por las habilidades paranormales como la telepatía, telequinesis y los encuentros con el mundo espiritual.52 Del mismo modo, los contactos espirituales han sido una parte del misticismo cristiano, empezando con los Padres del Desierto y continuando a lo largo de los tiempos. De hecho, cuando uno desciende a los «silencios profundos» con el motivo de tener experiencias espirituales, uno puede encontrar dentro del corazón el reino de los espíritus.

Seudo-Macario dijo: «El corazón es nada más que un pequeño vaso, pero hay dragones allí, y también hay leones… Pero también están Dios, los ángeles, la vida y el reino, la luz y los apóstoles, las ciudades celestiales y las tesorerías de gracia, todo está allá».53

Pero no hay ningún lugar en la Biblia que nos urja a explorar el mundo espiritual a través del corazón; y la meditación bíblica nunca enseña que uno debe entrar en un estado de consciencia alterado y profundizar en el corazón para oír la voz de Dios. Jesús fue claro en decir que el corazón es la fuente de la maldad (Mr 7:20-23); no es el lugar indicado para comunicarse con el mundo espiritual. Tenemos una manera superior de conversar con Dios.

Un profeta como yo

Armaron una tienda muy lejos del campamento, y la llamaron «la Tienda de reunión», un lugar para comunicarse con Dios. Pero sólo había un hombre que podía hablar con Dios directamente, amigo a amigo. Cuando Moisés salió de y entró en la tienda, el pilar de nube descendía sobre la puerta de la tienda. Esa nube contenía la gloria de Dios shekinah, y cuando la gente vio que la nube se detenía sobre Moisés en la tienda, adoraba a Dios, cada uno en la puerta de su propia tienda (Éx 33:10). Moisés fue escogido especialmente para hablar directamente con Dios por el bien del pueblo como mediador, y no había otra manera de hablar cara a cara con Dios.

¿Cómo se preparaba Moisés para su encuentro con Dios? Ciertamente, un hombre educado en las cortes egipcios donde había ritos místicos elaborados como parte de la adoración que tenía lugar en los templos nos hubiera iluminado sobre los métodos de vaciado que él usaba para realizar su comunión íntima y personal con Dios.

Pero Moisés no nos dijo nada. En cambio, entraba audazmente en la presencia de Dios, y cuando se encontraban, hacían algo que quizás no parezca muy espiritual, sólo conversaban. Moisés fue directo y abogó ante Dios respecto a su preocupación: que Dios no abandonara a Israel dejándolo huérfano. Imploró a Dios personalmente que se quedara con Su pueblo rebelde e indigno, porque era Su pueblo; y sin Su presencia, estaría perdido. Dios consintió: «pues cuentas con mi favor y te considero mi amigo» (33:12-17).

Luego Moisés dijo:

—Déjame verte en todo tu esplendor.

Tal vez la respuesta de Dios a la petición súbita de Moisés le parezca misteriosa, aun evasiva. Pero Dios respondió gloriosamente, basándola en Su nombre, «Yo Soy». Respondió a Moisés por todos nosotros: «Voy a darte pruebas de mi bondad, y te daré a conocer mi nombre. Y verás que tengo clemencia de quien quiero tenerla, y soy compasivo con quien quiero serlo» (v. 19).

¿Qué podemos aprender de la gloria de Dios de esta conversación?

Dios es personal y racional, y se revela a Sí Mismo con palabras. Dios no necesitaba que Moisés estuviera «callado» o que hiciera ejercicios de «desapego» para oír Su voz o ver Su gloria.

Dios es sagrado. Es necesario acercarse a Dios según Sus términos, porque Él vive en luz inaccesible (1Ti 6:16). Es puro, sin mancha y separado de los pecadores. La adoración no se enfoca en nosotros o lo que pensamos que queremos de Dios.

Dios es la verdad. Sus palabras son eficaces: siempre cumplirá con Sus propósitos (Is 55:10-11). Como la verdad que son, Sus palabras tienen epignosis, significados completos, precisos y específicos (Col 1:9; 2P 2:20). Dios ha revelado Su gloria a Su pueblo con palabras eternas, llenas de significado.

Por medio de Sus palabras, Dios nos ha dado nada menos que Su gloria. No había nada revelado a los ojos o al corazón de Moisés que Dios no nos revele a través de Su palabra. No era el Dios inefable de los griegos o de los Padres del Desierto; tampoco Moisés se comunicaba con Dios mediante una «nube de desconocimiento». Moisés recibía la respuesta apropiada. Podía confiar en que un Dios sagrado y soberano que se comunicaba con palabras precisas y eficaces nunca abandonaría a Su pueblo. Es más, estas promesas, y mucho más, son verdades para nosotros hoy en día; ¡la gloria shekinah de Dios, Su presencia y Su autoridad, han descendido sobre nosotros!

La última palabra

Tres hombres, Pedro, Santiago y Juan, subieron lentamente las laderas de una montaña alta, preguntándose dónde su líder los llevaba. Cuando llegaron a la cumbre, se detuvieron, y mientras el líder se alejó de ellos, de repente empezó a cambiar.

Allí se transfiguró en presencia de ellos; su rostro resplandeció como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús (Mt 17:2-3).

Una nube cubrió a Jesús y a los profetas, y una voz habló desde la nube: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!» (Mt 17:5).

Aquí, la cara de un hombre resplandece como el sol antes de que una nube brillante los cubra, y pronto los discípulos presentes oyen la voz de Dios que viene de la nube. Cuando leemos la historia, recordamos Éxodo 33 y 34, cuando Moisés habló directamente con Dios, el que habló de una nube. Moisés cargó las palabras de Dios y su cara resplandeció con la gloria de Dios después de su reunión en la nube de la gloria shekinah.

Pero en esta ocasión, otra persona se hace cargo del papel de entregar la palabra de Dios: ¡Jesús! No sólo carga la palabra de Dios y refleja Su gloria, sino es el tabernáculo permanente de la gloria de Dios, y Él es la Palabra eterna. Se encarnó y habitó entre nosotros como tabernáculo, y nosotros también hemos visto Su gloria. Recuerde que en Éxodo 34:6, Dios le dijo a Moisés que era grande en gracia y verdad (amor y fidelidad). En Juan 1:14, el escritor dice que la Palabra eterna está llena de la gracia y la verdad; y la Palabra era Dios (Jn 1:1).

Jesús no sólo tiene toda la autoridad de Moisés, sino también tiene toda la autoridad y la gloria de Dios. Escuchamos Sus palabras, según la profecía de Moisés (Dt 18:15), y finalmente seremos juzgados por Sus palabras (Dt 18:19; Jn 12:48). Es el Profeta final con las últimas palabras para todos los tiempos (Heb 1:2).

En el trozo de Mateo 17 sobre la transfiguración, cuando los otros profetas y la nube que los cubre desaparecen, los discípulos miran al Señor Jesús, todavía parado, despejado y solo. Ahora, cuando preguntamos a Dios: «Déjame verte en todo tu esplendor», nos instruye a ver a Jesucristo solo, y lo encontramos en Su palabra (1P 1:22-25; Ef 1:13; Ro 10:17-18). Nunca debemos olvidar o separarnos de Sus palabras.

Hemos recibido el espíritu de adopción como hijos, así que podemos gritar: «¡Papi!». Éste es el corazón de la oración. Jesús dijo: «Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos».

El corazón de la oración

Para la comunión íntima con Dios, primero es necesario saber la verdad de nuestra condición; nacemos muertos sin vida espiritual, ni siquiera una pequeña chispa (Ef 2:1). Nuestra naturaleza es caminar en el pecado, siguiendo el curso del mundo y al príncipe del mal (vs. 2). Nacemos hijos de la ira de Dios bien merecida (vs. 3). Éste es el estado desesperado de nuestros seres interiores hasta que seamos cambiados. Nada bueno sale del corazón (Mt 7:20-23), y ningún acto de «centrar» el ser interior, ni ninguna disciplina espiritual puede dar vida a un cadáver arrogante y terco.

En un momento determinado, el cadáver espiritual oye el evangelio y el Espíritu de Jesucristo entra en el alma y le da oídos para escuchar y ojos para verlo. El cadáver levanta la vista y mira a Jesucristo crucificado, castigado por sus pecados y su rebelión. De repente, ese zombi espiritual reconoce su condición miserable y se arrepiente. Pide que Jesús sea su Señor y Salvador, y se convierte en un ser con alma vivo. Su fe es un gran regalo del Espíritu que trasciende lo natural y acompaña su escucha de la palabra de Dios, el evangelio. Entonces, es nuestra fe que reconoce el evento verdadero e histórico de Jesús, quien entró en la historia para morir por nuestros pecados y resucitarse; esa clase de fe recibe el regalo de vida. Ése es el evangelio en el que nos mantenemos firmes y crecemos en nuestra santificación si nos aferramos a la palabra (1Co 15:1-2). El evangelio es el único camino auténtico a Dios.

Alguien diría: «Ahora bien, el evangelio está bien para los nuevos cristianos, pero para ser más como Jesucristo, debemos practicar Su presencia con las disciplinas intencionales». Suponen que la salvación comienza con la creencia en el evangelio, pero avanza por medio de imitar a Jesús, nuestro ejemplo. Pero, Jesús no es simplemente un maestro espiritual iluminado. ¡Es nuestro Sustituto!

Fuimos unificados con Él en Su sacrificio y Su resurrección (Ro 6:5), y se nos declaró justificados por la fe en Su sola obra consumada (Ro 5:19; Filipenses 3:9). Cuando tratamos de imitar a Jesús sin la dependencia total de Su muerte y resurrección, fracasamos. Como dijo Graeme Goldsworthy: «Sin la gracia de la justificación, nuestros intentos de imitar a Jesús son inútiles, y, de hecho, impíos».54

Hoy en día, a menudo escuchamos el evangelio presentado en palabras subjetivas como la solución para nuestros problemas psicológicos. La magnificencia del Jesús real e histórico desaparece mientras buscamos experiencias que son innovadoras y más vívidas. Pero es necesario volver a la realidad: la fe viene como resultado de oír el mensaje (Ro 10:17). No es un producto de «la intencionalidad», las imaginaciones vívidas, o de una labor ardua. La fe es poderoso, no por medio de las disciplinas del cristiano, sino porque tiene un Objeto magnífico: Jesús el Señor. La fe trémula del niño más débil puede «silenciar al enemigo y al rebelde» (Sal 8:2). Vivimos día a día como dependientes sumisos, y Él nos da las fuerzas de practicar nuestras disciplinas espirituales de oración y lectura de Su palabra. Dios garantiza lo que manda. ¿Está usted preocupado de no estar listo? «El que los llama es fiel, y así lo hará» (1 Ts 5:23-24).

Podemos estar seguros, sabiendo que hace muchos años, Jesús oró que nosotros pudiéramos ver su gloria y estar donde Él está (Jn 17:24). Podemos confiar completamente en el poder de Su oración, porque Sus palabras no volverán vacías. Hemos recibido el espíritu de adopción como hijos, así que podemos gritar: «¡Papi!». Éste es el corazón de la oración. Jesús dijo: «Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos» (Mt 18:3). Pero no es fácil cambiar porque somos autosuficientes y adultos. Necesitamos ayuda para orar.

Cómo orar como un niño

Sea auténtico. No es el tiempo de practicar el desapego o la renovación del alma. Sólo hay que venir a Jesús como es: no preparado, sucio. Acérquese a Jesús con arrepentimiento espontáneo y desinhibido.55

Sea indefenso. Usted no es un maestro espiritual. El hombre más indefenso que ha vivido dijo: «No puedo hacer nada» y «…pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya». Puede dejar de subir la escalera espiritual y rendirse a Él, orando por Su voluntad. ¿Es usted indefenso? ¡Regocíjese en sus debilidades para que Su poder repose sobre usted! (2Co 12:9-10).

Sea valiente. Hable de lo que está pensando y desde el corazón, clara y simplemente; no hay necesidad de estados de consciencia alterados. Jesús intercede por nosotros; podemos entrar en Su presencia sin temeridad para recibir Su ayuda (Heb 4:16).

Confíe. En Su evangelio vemos la luz de Su rostro, sin una nube que lo cubra, sin un «rayo de oscuridad». Dios nos ha adoptado, nos conoce, nos da vida eterna, nunca pereceremos, y nadie puede arrebatarnos de Su mano (Jn 10:28-30). No podemos permitir que nadie nos quite sus promesas, no importa cuán impresionantes son su reputación o sus credenciales.

El corazón y el alma de toda la oración son el evangelio, la misma gloria de Jesucristo y la Luz que Dios mete en nuestras almas oscuras (2Co 4:6). No hay ningún método que lleva a la iluminación o el conocimiento de Dios; se trata de contemplar el rostro del Hijo crucificado de Dios. Él nos dio Su palabra.

Notas finales

  1. Richard Foster, Celebration of Discipline, Harper Collins, 1978, p. 1.
  2. Dallas Willard, Spiritual Formation: What it is and How it is Done. http://www.dwillard. org/articles/ artview.asp? artID=58
  3. Foster, Ibid, p. 15.
  4. Jan Johnson, When the Soul Listens: Finding Rest and Direction in Contemplative Prayer, Navpress, 2009, p. 2.
  5. Ruth Haley Barton, Sacred Rhythms: Arranging Our Lives for Spiritual Transformation, Intervarsity Press, 2006, p. 65.
  6. Foster, p. xv.
  7. Peter Gorg, The Desert Fathers: Anthony and the Beginnings of Monasticism, Ignatius Press, San Francisco, p. 16.
  8. A. N. Marlow, Hinduism and Buddhism in Greek Philosophy, Philosophy East and West. http://ccbs. ntu. edu. tw/FULLTEXT/JR-PHIL/marlow. htm
  9. Edicts of Ashoka, http://en.wikipedia.org/wiki/ Edicts_of_Ashoka
  10. Marlow, Ibid.
  11. Plotinus, http://www. plotinus.com/who_was_plotinus_copy.htm
  12. Philo Judaeas, On the Contemplative Life, tr. By Charles Yonge. http://www.thenazareneway. com/contemplative_life.htm
  13. Athanasius of Alexandria, Fordham University. http://www.fordham.edu/halsall/basis/vita-antony.asp
  14. St. Antony the Great, http://www.enlightened-spirituality.org/Saint_Antony_the_Great.html
  15. Kevin Corrigan and L. Michael Harrington, “Pseudo-Dionysius the Areopagite”, The Stanford Encyclopedia of Philosophy. http://plato.stanford. edu/entries/pseudo-dionysius-areopagite/
  16. Ibid.
  17. Ibid.
  18. John Climacus, Ladder of Divine Ascent, http://books. google.com/books?id=HiTaxR0EU2MC&printsec =frontcover#v=onepage&q&f=false
  19. Catholic Encyclopedia, “St. John Climacus”, http://www.newadvent.org/cathen/08457a.htm
  20. Climacus, Ibid, p. 75
  21. Martin Luther, Commentary on the Epistle to the Galatians, at http://www.monergism.com/thethreshold/sdg/luther/luther_galatians.html
  22. Luther, Ibid.
  23. Norman O’Neal, S. J., The Life of St. Ignatius of Loyola, http://norprov.org/spirituality/lifeofignatius.htm
  24. Ellen G. White, The Desire of Ages, p. 83.
  25. Catholic Encyclopedia, http://www.newadvent.org/ cathen/07639c.htm
  26. St. Teresa of Avila, http://www.heritage-history. com/ www/heritage.php?Dir=characters&FileName=avila.php
  27. William James, The Varieties of Religious Experience: A Study in Human Nature, Arc Manor, Maryland, 2008, p. 256.
  28. Contemplative Outreach, History of Centering Prayer, http://www.contemplativeoutreach.org/history-centering-prayer
  29. Contemplative Prayer, http://www.contemplativeprayer.net/
  30. George Woodcock, Thomas Merton: Monk and Poet, A Critical Study, Edinberg, 1978, p. 97.
  31. Gethsemani, http://www.monks.org/index.html)
  32. Biola University, http://studentlife.biola.edu/campus-life/student-development/todd-pickett/
  33. 33 Robert Keating and M. Basil Pennington, Finding Grace at the Center, quoted at Spirituality and Practice, http://www.spiritualityandpractice.com/teachers/ teachers.php?id=201&g=1
  34. Meister Eckhart, http://www.enlightened-spirituality.org/Meister_Eckhart.html
  35. 35 Thomas Merton, Conjectures of a Guilty Bystander, Quoted at “Streams of Consciousness,” http://blog. gaiam.com/quotes/authors/thomas-merton
  36. Phillip Sheldrake, Befriending Our Desires, quoted by Ruth Haley Barton, Sacred Rythms, Intervarsity Press, Downers Grove, Il, 2006, p. 27
  37. Francis Schaeffer, The God Who is There, http://www. crossroad.to/Excerpts/books/schaeffer/who-is-there.htm
  38. Renovare, http://www.renovare.org/
  39. Tim and Connie Davis, Renovare Teachings and Practices that Contradict Scripture, http://whateverispure.org/
  40. Foster and Beebe, Longing for God, Downers Grove, Il, 2009, p. 178.
  41. St. John of the Cross, Ascent of Mt. Carmel, ch. V, http://www.ccel.org/ccel/john_cross/ascent.v.v.html
  42. Brian Moynahan, The Faith: A History of Christianity, Image Books, Doubleday, 2002, p. 270.
  43. Richard Foster, Celebration of Discipline, p. 22.
  44. Foster, Sanctuary of the Soul, Intervarsity Press, Downers Grove, Illinois, p. 128.
  45. Foster, Celebration of Discipline, p. 166.
  46. Joseph Cardinal Ratzinger, Letter to the Bishops of the Catholic Church on Some Aspects of Christian Meditation, 1989, http://www.vatican.va/roman_ curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19891015_meditazione-cristiana_en.html
  47. Dictionary of Spiritual Terms, http://www.dictionaryofspiritualterms.com/Public/Glossaries/details.aspx? ID=688
  48. Barton, Ibid, p. 28.
  49. Dennis Weir, Trance: From Magic to Technology, Strategic Book Publishing, 2009, p.58.
  50. Ernest Hilgard, quoted in Weir, Ibid, p. 185.
  51. Dissociation, http://medical-dictionarythefreedictionary.com/dissociative+disorders
  52. Weir, p. 33.
  53. Pseudo-Macarius, quoted in The Cloud of Unknowing, http://www.ccel.org/node/5128/22098
  54. Graeme Goldsworthy, A Biblical-Theological Perspective on Prayer, www.sbts.edu/resources/files/2010/02/sbjt_104_goldsworthy.pdf
  55. Paul Miller, “Helping Your People Discover the Praying Life,” Talk given at Desiring God 2011, http://www.desiringgod.org/resource-library/conference-messages/helping-your-people-discover-the-praying-life

    Martin Carey creció como adventista en muchos lugares distintos, incluso en Tacoma Park, Maryland y MartinCareyGuam, EUA. Durante el día, trabaja como psicólogo para una escuela secundaria en San Bernardino, California. También es terapeuta familiar licenciado. Está casado con Sharon y tienen dos hijos: Matthew, de 11 años, y Nick, de 25. Carey sigue explorando los cielos claros con siete telescopios diferentes, hasta el tamaño de medio metro. La investigación bíblica y el piano clásico ocupan el resto de su energía. Puede escribirle a: martincarey@sbcglobal.net.