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VOLUMEN 16, NÚMERO 2


Colleen TinkerD E P A R T M E N T O S

COMMENTARIOS DE LA REDACTORA


Pero el adventismo se equivocó. No me enseñó que el único camino fuera del pecado
mortal es nacer de nuevo.

Mientras preparamos esta edición de ¡Proclamación! para impresión, Richard está mirando la transmisión de la Sesión Quinquenal de la Conferencia General (CG) número 60 en nuestra oficina dónde estamos trabajando. Este gran espectáculo presenta delegados y locutores de todas las divisiones mundiales de la organización adventista, con el tema: «¡Levántense! ¡Resplandezcan! ¡Jesús viene!».

Hemos escuchado las sesiones plenarias, las lecciones de la Sabbath School (la escuela sabataria), unas entrevistas, algunos músicos de varias divisiones mundiales, y Let’s Pray (Oremos), auspiciado por David Franklin y Kandus Thorp. Hemos oído una variedad de presentadores exhortar a los asistentes a «cumplir el trabajo» para que Jesús venga antes de la próxima sesión de CG.

Hemos complementado la cobertura de Hope Church Channel con noticias publicadas por Adventist News Network, Adventist Today, y la revista Spectrum, y hemos aprendido que volvieron a elegir a Ted N. C. Wilson como presidente para otro término de cinco años por un voto de más del 90%, y que los delegados han conseguido suspender los dispositivos electrónicos de votación recién introducidos.

Estoy saturada con la publicidad y la práctica adventista, y me doy cuenta de que es una experiencia muy familiar. Aunque nunca asistí a una sesión de la CG, como adventista participé en innumerables reuniones campestres y servicios. Reconozco el orgullo de ser «especial», de ser seleccionado para una posición o el desempeño de un rol en el pináculo de la experiencia adventista. Según Ellen White, la sesión de la CG era «la autoridad más alta que Dios tiene en este mundo». Cuando la CG está en sesión, es necesario rendir el juicio personal (Testimonies for the Church, vol. 3, p. 492).

Es una experiencia familiar, y al mismo tiempo, tengo una sensación de ser tragada por una irrealidad. Con toda la pompa y solemnidad, el orgullo de la identidad adventista, su seguridad de poseer «la verdad»… recuerdo que yo compartía ese orgullo e identidad. Estas cosas me definían antes.

Mirando hacia atrás, y reviviendo un eco de mi pasado, veo que el gran poder del adventismo nunca fue la fuerza más potente en mi vida. El Padre siempre estaba atrayéndome, protegiéndome, aun en la iglesia adventista, y finalmente, en Su tiempo y a Su manera, me reveló la belleza del evangelio y el hecho irresistible de que Jesús es mi Sustituto. Jesús guarda el pacto con el Padre, y en la plenitud de Su tiempo, me sobrecogió con la verdad de que ha hecho todo lo necesario para mi salvación. No le ofrezco sacrificio alguno, ni siquiera la observancia del šabbat, sino solo la sumisión de mi depravación y mi necesidad de un Salvador.

¡El Señor Jesús es mi vida! Él es la verdad y me ha rescatado.

El adventismo era un espejismo; parecía ofrecer compañerismo, un sentido de identidad, propósito, y pertenencia, pero eran las sombras de la realidad. El adventismo no ofreció a un Jesús infalible y Su palabra inerrante. No me enseñó que soy completamente incapaz de buscar, agradar o encontrar a Dios (Romanos 3:9-16). Me enseñó que yo podía, o debía, evitar todo el pecado por medio de la oración y la dependencia del Espíritu Santo. Pero el adventismo se equivocó. No me enseñó que el único camino fuera del pecado mortal es nacer de nuevo.

Conocemos muy bien el agnosticismo que Martin Carey describe en su artículo en esta edición; Steve Pitcher expone la confusión promulgada en The Clear Word, el libro adventista que formó mi cosmovisión; y las similitudes sutiles pero poderosas entre los escritos de Ellen White y Joseph Smith que Dale Ratzlaff detalla, y que revelan el engaño presentado como la verdad, oscureciendo así el evangelio del Señor Jesús.

Esta semana, mientras observo el adventismo en acción, doy gracias a mi Padre porque ha abierto mis ojos y me ha enseñado lo que antes no podía ver. Oro que los que desean la verdad oigan Su voz y lleguen a estar tan incómodos con la disonancia entre el adventismo y la palabra de Dios que no puedan descansar hasta que caigan al pie de la cruz en arrepentimiento, y encuentren la misericordia, la gracia, y la vida.

Cuando usted lee la historia de fe de Joni Schmidt y las columnas de Carolyn Macomber, Rick Barker, y Chris Lee, pida a Dios que le enseñe lo que usted necesita aprender y que le muestre la verdad del evangelio. Su palabra no puede fracasar, y Jesús es el Señor de todo.

Él, no el adventismo, es la palabra final.


¡Proclamación!

Vol. 16, Número 2• Verano 2015

 

Redactor fundador Dale Ratzlaff
Redactora Colleen Tinker
Redactor de diseño Richard Tinker
Redactora de manuscritos Cristine Cole
Redactores colaboradores Rick Barker, Martin L. Carey, Chris Lee, Carolyn Macomber
Traductores Galen y Joan Yorba-Gray
Revisora del manuscrito Carolyn Ratzlaff

Ministerios Life Assurance, Inc.
Mesa Directiva
Richard Tinker, presidente
Cheryl Granger, secretaria
Martin Carey
Dale Ratzlaff
Carel Stevenson

 

¡Proclamación! es una revista trimestral publicada por los Ministerios Life Assurance, Inc., 1042 North Powderhorn Road, Camp Verde, AZ 86322. ©2015 Life Assurance Ministries, Inc. Todos los derechos reservados. Impresa en U.S.A. Editorial Office. Teléfono: (909) 794-9804.

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Los versículos citados en esta revista provienen de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional, Sociedad Bíblica Internacional, 1999, a menos que se indique otra versión.

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Los artículos anteriores están disponibles en el sitio web y el nuevo blog: ProclamationMagazine.com

Libros y otros materiales escritos por Dale Ratzlaff: Ratzlaf.com

Comentarios diarios sobre las lecciones de la escuela sabataria en: BibleStudiesForAdventists.com

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Una gran fuente de recursos para estudiar el adventismo: TruthorFables.com