«Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad» (Juan 17:17).

Golpear donde sale del patrón

Empecé a estudiar en Pacific Union College con una especialización en matemáticas. El doctor Woods1 era mi profesor para varias clases, y aunque hace más de 50 años que me senté a sus pies venerados en el antiguo Irwin Hall, recuerdo muy bien unas cosas que él hizo y dijo. Siempre me sorprendía el hecho de que él podía dibujar un círculo perfecto en la pizarra una vez tras otra cuando ilustraba los principios de la geometría analítica y del cálculo. También podía sumar una columna de cinco dígitos en su cabeza y luego empezar a escribir la suma del lado izquierdo al derecho. No me acuerdo de lo que estaba ilustrando pero recuerdo bien su ilustración.

Una vez el doctor Woods estaba observando un herrero que estaba forjando varias piezas decorativas idénticas de hierro. Mientras miraba, preguntó al herrero:

—¿Cómo sabes dónde golpear el metal candente con el martillo?

El herrero viejo respondió:

—Lo golpeas donde parte del patrón.

La pregunta a la que esta ilustración prestada me lleva es esta: ¿Conoce usted su patrón para la vida? ¿Lo conoce bien? ¿Está dispuesto a seguir el modelo del patrón en su vida?

¿Hay una guía objetiva que puede seguir para mantenerse fiel a su patrón? ¿Tiene un patrón o está tratando de seguir dos patrones? ¿Su patrón es uno que ha sido probado y examinado? ¿Lo conoce tan bien que sabe cuándo y dónde debe golpear el martillo si su vida empieza a partir del patrón?

En este artículo corto, quisiera presentar el único patrón objetivo, probado y auténtico que Jesús nos ha dado. Este patrón, resumido en una frase, funciona para todos los que creen en Jesús, y al mismo tiempo produce fruto excepcional en cada vida:

Jesús dijo: «Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad» (Jn 17:17).

Sería útil leer el contexto de este versículo.

«No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo. Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad. Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17:15-21).

 Encontramos estas palabras significativas de Jesús en Su oración al Padre justo antes de los eventos de Su pasión. Note el patrón: «Como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo». Nuestro Señor añade: «Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad». Otra vez, vemos el patrón. Para no entender mal, sus palabras no sólo se refieren a los once discípulos, sino a nosotros también. Estamos incluidos en Su oración al Padre: «No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos». Ahora regresamos a nuestro texto principal para este estudio.

«Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad» (Jn 17:17).

«Santificar» quiere decir «apartar, hacer santo». Notamos que aquí el santificador es el Padre. Es el agente operativo, apartándonos y considerándonos sagrados. El hecho de que la santificación es la obra del Padre es la razón para el uso de la voz pasiva2 de «santificado» en el Nuevo Testamento. Pero el Padre no sólo nos aparta en santidad para Su servicio como Pablo fue apartado para declarar el evangelio3, sino también Él ha abierto un camino para nuestro progreso en la santidad personal. Es más, encontramos el camino a la santidad personal y al servicio útil en la misma manera: la aplicación de la verdad a nuestras vidas, y la verdad es la Palabra de Dios.

Sin embargo, a veces descubrimos varios problemas que previenen nuestra comprensión de esta aplicación maravillosa de la verdad.

Los problemas

Un problema nuestro era que teníamos una baja opinión de la Biblia. Me costó tiempo en cambiar mi punto de vista sobre la Biblia para corresponder con lo que la Biblia dice de sí misma. Tal vez algunos de nuestros lectores también están en un proceso de transición sobre este tema. Como adventistas, nos enseñaron que las palabras de la Biblia no eran inspiradas, sino que los hombres que escribieron la Biblia fueron inspirados, y procedieron a escribir sus ideas inspiradas en sus propias palabras.

A menudo una desestimación de la inspiración bíblica resulta en uno de dos posibles resultados. Primero, esta actitud sienta las bases para el liberalismo. Uno empieza a dudar de la historicidad de la Biblia; puede cuestionar la manera en que Dios es representado en el Antiguo Testamento. Uno puede considerar la Biblia como archivo de lo que los antiguos pensaban de Dios y no entender que la Biblia es el mensaje de Dios Mismo. Un segundo resultado relacionado con una visión inferior de la Biblia es que muchos de nosotros realmente no creían en la suficiencia de la Biblia. Por lo tanto, aceptamos la premisa de que necesitábamos otra «fuente de la verdad» para ayudarnos a mejor entender la Biblia. No estábamos preparados para luchar con las dificultades de las Sagradas Escrituras ni con la simplicidad del evangelio presentado en el Nuevo Pacto. En cambio, a menudo nos referíamos al evangelio sencillo de gracia como «la gracia barata». Pensábamos que tenía que haber obediencia, mucha obediencia, a la ley antes de que alguien pudiera ser aceptado por Dios. En las comunicados personales y las cartas que recibimos, notamos un gran temor de parte de muchos adventistas en cuanto al estudio bíblico sin el prisma de los comentarios de Ellen White.

Muchos ex adventistas aprendieron de Ellen White sobre lo que pasa cuando uno pierde la fe en sus escritos:

Es el plan de Satanás de disminuir la fe del pueblo de Dios en los Testimonies [los escritos de Ellen White]. Lo que sigue es el escepticismo en cuanto a los puntos esenciales de nuestra fe, los pilares de nuestra posición, y luego la duda sobre las Sagradas Escrituras, y finalmente la marcha descendente a la perdición. Cuando los Testimonies, los que antes se creían, son descartados y no creídos, Satanás sabe que los engañados no se pararán con esto, y él redobla sus esfuerzos hasta que los lance hasta el punto de rebelión abierto, lo que llega a ser incurable y termina en destrucción (Testimonies to the Church, vól. 4, pág. 211).

Si pierde confianza en los Testimonies, va a alejarse de la verdad bíblica (Testimonies to the Church, vól. 5, pág. 98). [Aquí y por todo el artículo es énfasis propio].

En realidad, en mi vida he experimentado exactamente lo contrario. Cuando partí del ministerio adventista, tomé la decisión de no leer los escritos de Ellen White durante un periodo de seis meses. Me esforcé a leer la Biblia sola. Para el fin de los seis meses, mi comprensión de la Biblia había crecido tremendamente, y nunca más quería que ella la interpretara para mí.

Otro resultado de una percepción menos rigurosa de la inspiración bíblica es que muchos están cegados a las advertencias horribles que se encuentra en la Biblia sobre lo que pasa cuando alguien añade a, sustrae de, o cambia lo que la Biblia enseña.

Jesús dijo: «Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad». La verdad, la verdad que cambia la vida, se encuentra en la Biblia sola. Solamente podemos esperar la respuesta de la oración de Jesús si honramos la Biblia, si tenemos un punto de vista enaltecido de la Biblia y si estudiamos y seguimos diligentemente la verdad contenida en ella. Este es el único patrón objetivo que tenemos para dirigir nuestras vidas.

Un punto de vista exaltado de la Biblia es necesario
Si creemos que los escritores de la Biblia eran inspirados o creemos que las palabras mismas de la Biblia eran dadas de Dios, sería bueno saber lo que la Biblia dice de Sí misma. Si, como Jesús dijo, Su Palabra es la verdad, debemos entender muy bien Su Palabra para que la verdad sea plantada y creciente en nuestros corazones. Es solamente por medio de Su Palabra sembrada en nuestros corazones que seremos santificados, apartados como sagrados por el Padre, así estando capaces de crecer en gracia para ser todo lo que Él desea para nosotros. No puedo desarrollar completamente las implicaciones de esta realidad en este artículo corto, pero invito al lector a comprar y leer Scripture and Truth, un libro redactado por D. A. Carson y John D. Woodbridge4, donde puede estudiar con profundidad cómo la palabra de Dios nos transforma.

Una visión elevada de la Biblia lleva a la cuestión importante con la que tenemos que contender: ¿Podemos confiar en las palabras de la Biblia?

El testimonio del Antiguo Testamento

Desde el mismo comienzo, La Biblia retrata a Dios como uno que habla en palabras.

Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara, y le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás» (Génesis 2:15-17).

Es posible que especulemos cómo Moisés, el escritor de Génesis, sabía lo que Dios pronunció durante la creación. De hecho, unos eruditos creen que Moisés usó algunos documentos previamente existentes cuando escribió Génesis. Pero la Biblia misma nos da la respuesta. Por ejemplo, en mi programa informático bíblico, sumé más de cien ocasiones cuando la Biblia dice: «El SEÑOR habló con Moisés» o «el SEÑOR habló más con Moisés». Por ejemplo, Génesis 5:1 dice:

Ésta es la lista de los descendientes de Adán. Cuando Dios creó al ser humano, lo hizo a semejanza de Dios mismo (Génesis 5:1).

Lo que sigue es una lista de la posteridad de Adán. Es de interés notar que esta fórmula de un anunciado de una genealogía ocurre numerosas veces a través del libro de Génesis5. Podemos creer con confianza que nuestro Dios que habló con Moisés le contó los nombres que aparecen en esas listas. Si Su Palabra inició la creación, Su Palabra también podía decir a Moisés las palabras que quería que él escribiera, según lo que afirma la Biblia.

La historia del Antiguo Testamento de Balán en Números 22-24 es interesante desde la perspectiva de la inspiración divina. Balac pidió que Balán viniera para maldecir a los israelitas porque Balac tenía miedo de Israel después de ver lo que habían hecho a las amorreas.

«Te ruego que vengas y maldigas por mí a este pueblo, porque es más poderoso que yo. Tal vez así pueda yo vencerlos y echarlos fuera del país. Yo sé que a quien tú bendices, queda bendito, y a quien tú maldices, queda maldito». Los ancianos de Moab y de Madián fueron a darle a Balán el mensaje que Balac le enviaba, y llevaron consigo dinero para pagarle sus conjuros. Balán los invitó a pasar allí la noche, prometiendo comunicarles después lo que el Señor le dijera. Y los gobernantes se alojaron con él. Dios se le apareció a Balán, y le dijo:

—¿Quiénes son estos hombres que se alojan contigo?

 Balán le respondió:

—Son los mensajeros que envió Balac hijo de Zipor, que es el rey de Moab. Los envió a decirme: “Un pueblo que salió de Egipto cubre ahora toda la tierra. Ven y échales una maldición por mí. Tal vez así pueda yo luchar contra ellos y echarlos fuera de mi territorio. Pero Dios le dijo a Balán:

—No irás con ellos, ni pronunciarás ninguna maldición sobre los israelitas, porque son un pueblo bendito (Números 22:6-12).

Muchos de nuestros lectores conocen el resto de la historia. Poco a poco, Balán rechazó la dirección clara de Dios dada por medio de palabras.

Entonces el Señor puso su palabra en boca de Balán, y le dijo:

—Vuelve adonde está Balac, y repítele lo que te voy a decir.

Balán regresó y encontró a Balac de pie, al lado de su holocausto, en compañía de todos los jefes de Moab. Y Balán pronunció su oráculo:

«De Aram, de las montañas de Oriente, me trajo Balac, el rey de Moab. «Ven —me dijo—, maldice por mí a Jacob; ven, deséale el mal a Israel».  ¿Pero cómo podré echar maldiciones sobre quien Dios no ha maldecido? ¿Cómo podré desearle el mal a quien el Señor no se lo desea? Desde la cima de las peñas lo veo; desde las colinas lo contemplo: es un pueblo que vive apartado, que no se cuenta entre las naciones. ¿Quién puede calcular la descendencia de Jacob, tan numerosa como el polvo, o contar siquiera la cuarta parte de Israel? ¡Sea mi muerte como la del justo! ¡Sea mi fin semejante al suyo!» Entonces Balac le reclamó a Balán:

—¿Qué me has hecho? Te traje para que lanzaras una maldición sobre mis enemigos, ¡y resulta que no has hecho más que bendecirlos!

Pero Balán le respondió:

—¿Acaso no debo decir lo que el Señor me pide que diga? (Números 23:5-12).

Cuando usted lee la historia entera en Números, y cómo Pedro la interpreta, es claro que Balán no era inspirado personalmente, sino sus palabras eran inspiradas. A pesar del deseo de Balán de maldecir a Israel, Dios no lo permitió. En 2 Pedro 1:20 leemos este comentario bien conocido:

Ante todo, tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie. Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:20-21).

Un poco después, Pedro escribe:

Todo esto demuestra que el Señor sabe librar de la prueba a los que viven como Dios quiere, y reservar a los impíos para castigarlos en el día del juicio (2P 2:9).

Pedro usa a Balán como ejemplo:

Tienen los ojos llenos de adulterio y son insaciables en el pecar; seducen a las personas inconstantes; son expertos en la avaricia, ¡hijos de maldición! Han abandonado el camino recto, y se han extraviado para seguir la senda de Balán, hijo de Bosor, a quien le encantaba el salario de la injusticia. Pero fue reprendido por su maldad: su burra —una muda bestia de carga— habló con voz humana y refrenó la locura del profeta (2P 2:14-16).

Ningún escritor bíblico sugiere que es correcto no aceptar una parte de la Biblia. Es más, pregonamos graves advertencias para los que se disfrazan de profetas que proclaman que «hablan por Dios» cuando Dios no los ha dado Sus palabras.

«Por eso levantaré entre sus hermanos un profeta como tú; pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande. Si alguien no presta oída a las palabras que el profeta proclame en mi nombre, yo mismo le pediré cuentas. Pero el profeta que se atreva a hablar en mi nombre y diga algo que yo no le haya mandado decir, morirá. La misma suerte correrá el profeta que hable en nombre de otros dioses.Tal vez te preguntes: “¿Cómo podré reconocer un mensaje que no provenga del Señor?” Si lo que el profeta proclame en nombre del Señor no se cumple ni se realiza, será señal de que su mensaje no proviene del Señor. Ese profeta habrá hablado con presunción. No le temas» (Deuteronomio 18:18-22).

Así dice el Señor Todopoderoso: «No hagan caso de lo que dicen los profetas, pues alientan en ustedes falsas esperanzas; cuentan visiones que se han imaginado y que no proceden de la boca del Señor» (Jeremías 23:16).

Las citas bíblicas aquí dicen directamente que Dios se comunica con Sus profetas auténticos por medio de Sus palabras. También pregona graves advertencias para los profetas falsos cuyas adivinaciones no se realizan6.

Hay varias ocasiones cuando Dios habla a sus mensajeros en palabras. Aquí tiene unos ejemplos:

David le dijo a Salomón: «Hijo mío, yo tenía la intención de construir un templo para honrar al Señor mi Dios. Pero el Señor me dijo: “Ante mis propios ojos has derramado mucha sangre y has hecho muchas guerras en la tierra; por eso no serás tú quien me construya un templo”» (1 Crónicas 22:7-8).

Cuando el Señor vio que se habían humillado, le habló nuevamente a Semaías y le dijo: «Puesto que han mostrado humildad, ya no voy a destruirlos; dentro de poco tiempo los libraré. No voy a permitir que Sisac ejecute mi castigo sobre Jerusalén…» (2Cr 12:7).

Wayne Grudem resume:

La característica distintiva de un profeta auténtico es que no habla con sus propias palabras o «con las palabras de su propio corazón», sino con las palabras que Dios los ha dado (Deuteronomio 18:18-20; Jeremías 14:14; 23:16-40; 29:31-32; Ezequiel 13:1-19; cf. Nm 16:28). Por todo el Antiguo Testamento hay un énfasis no sólo en que el contenido general de la palabra profética proviene de Dios, sino también en las palabras mismas. Dios dice a Moisés, el profeta arquetípico del Antiguo Testamento: «…que yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que has de hablar» (Éxodo 4:12, Reina-Valera 1995; cf. 24:3). Se dice lo mismo de los otros profetas: «pondré mis palabras en su boca» (Dt 18:18 cf. Vv. 21-22); «He puesto en tu boca mis palabras…» (Jer 1:9); «La palabra que Dios ponga en mi boca, ésa hablaré» (Nm 22:38, Reina-Valera 1995; cf. 23:5, 16); «…pero tú les proclamarás mis palabras» (Ez 2:7; cf. 3:27)7.

Este énfasis en las palabras dichas de la boca del profeta indica algo más que un concepto de puras ideas dadas de Dios al profeta, quien pueda expresarlas en sus propias palabras. Entienden que no sólo el mensaje general, sino también las mismas palabras del mensaje vienen de Dios. Y el profeta que presume de decir una palabra «no de la boca de Jehová» (Jer 23:16) era un profeta falso8.

El testimonio del Nuevo Testamento

Los escritores del Nuevo Testamento creen que los eventos del Antiguo Testamento realmente ocurrieron. Jesús habla de una de las historias más ignoradas del Antiguo Testamento:

Porque así como TRES DÍAS Y TRES NOCHES ESTUVO JONÁS EN EL VIENTRE DE UN GRAN PEZ, también tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en las entrañas de la tierra (Mt 12:40).

Aquí Mateo cita las palabras de Jesús donde menciona que los habitantes de Nínive se arrepintieron9. Lucas escribe que Jesús se refirió a varios acontecimientos históricos del Antiguo Testamento, no solamente como ilustraciones, sino también como ilustraciones basadas en datos históricos.

No cabe duda de que en tiempos de Elías, cuando el cielo se cerró por tres años y medio, de manera que hubo una gran hambre en toda la tierra, muchas viudas vivían en Israel. Sin embargo, Elías no fue enviado a ninguna de ellas, sino a una viuda de Sarepta, en los alrededores de Sidón. Así mismo, había en Israel muchos enfermos de lepra en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán el sirio. (Lc 4:25-27).

Juan también nota que Jesús habló de los acontecimientos históricos en el Antiguo Testamento como verdaderas ocurrencias.

«Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre»… (Jn 3:14).

[Jesús]…llegó a un pueblo samaritano llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob le había dado a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía (Jn 4:5-6).

Pablo habla de numerosos eventos históricos del Antiguo Testamento y nunca cuestiona su historicidad: Abraham y el pacto de circuncisión10; Abraham tenía unos cien años11; dieron a Rebeca que su hijo mayor iba a servir al menor12.

El escritor de Hebreos describe en mucho detalle el tabernáculo de Sinaí13. Dice que el mundo fue creado por medio de la palabra de Dios14. En su capítulo sobre la fe15, el escritor de Hebreos menciona detalles de las vidas de Abel, Caín, Enoc, Noé, Jacob, José, Isaac, Abraham, Moisés, Rahab y otros, y no hay ninguna indicación de que uno debiera cuestionar el Antiguo Testamento en cuanto a la existencia de estos personajes bíblicos.

Muchos eruditos bíblicos han cuestionado la historicidad del libro bíblico, Daniel, pero Jesús habló de él como «Daniel el profeta» y también como uno que profetisaba la verdad.

Por tanto, cuando veáis en el Lugar santo LA ABOMINACIÓN DESOLADORA de la que habló el profeta Daniel —el que lee, entienda—, entonces los que estén en Judea, huyan a los montes (Mt 24:15-16, Reina-Valera 1995).

Ni hay la más menor indicación en el Nuevo Testamento de que los acontecimientos históricos escritos en el Antiguo Testamento no sean verdaderos. No sólo describen los individuos, los profetas y los acontecimientos históricos como verdaderos y verídicos, sino también se cree que los escritos generales vienen de Dios.

Jesús cita un salmo de David y lo introduce con las palabras: «David dice por medio del Espíritu Santo». Esto indica que Jesús creía que los salmos fueron inspirados por el Espíritu Santo.

David mismo, hablando por el Espíritu Santo, declaró: «DIJO EL SEÑOR A MI SEÑOR: “SIÉNTATE A MI DERECHA, HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS DEBAJO DE TUS PIES”. Si David mismo lo llama “Señor”, ¿cómo puede ser su hijo?» La muchedumbre lo escuchaba con agrado. (Mr 12:36-37).

En otra ocasión, Jesús cita el Antiguo Testamento y dice: «la Escritura no puede ser quebrantada».

—¿Y acaso —respondió Jesús— no está escrito en su ley: «YO HE DICHO QUE USTEDES SON DIOSES»? Si Dios llamó «dioses» a aquellos para quienes vino la palabra (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿por qué acusan de blasfemia a quien el Padre apartó para sí y envió al mundo? ¿Tan sólo porque dijo: «Yo soy el Hijo de Dios»? (Jn 10:34-36).

Para entender mejor las implicaciones profundas de esta declaración para este artículo sobre la confiabilidad de la Biblia, lea lo que Leon Morris escribe.

La respuesta de Jesús es instruirlos a leer la Biblia usando el término «ley», lo que aplicaba estrictamente sólo al Pentateuco pero se extendía en significado para abrazar el Antiguo Testamento entero (y es el uso aquí en Salmo 82). Jesús explica que en Salmo 82:6 es escrito: «Ustedes son dioses» (la cita es exacta, concuerda con el hebreo y el LXX). Esta porción se refiere a los jueces de Israel y la expresión «dioses» se aplica a ellos en el ejercicio de su alto oficio dado de Dios… Aquí se reconoce una autoridad muy exaltada en la Biblia, porque Jesús sigue «…y la Escritura no puede ser quebrantada». Note que no dice esto en conexión con alguna declaración «clave o significativa» del Antiguo Testamento, sino que dice esto sobre una porción que diríamos sin irrespeto que es un versículo no muy llamativo. Generalmente, el uso del singular se refiere a un pasaje del Antiguo Testamento y no a la Biblia entera. Aun así, lo que era verdadero de este versículo sólo podía ser verdadero porque era parte de la Biblia divinamente inspirada, y demuestra las características del documento entero16.

Este ejemplo nos lleva a la conclusión clara de que Jesús creía que la plenitud de la Biblia era inspirada de Dios y verdadera, aun las porciones que a nuestro punto de vista son mundanas.

Dios se comunica, empleando las palabras del Nuevo Testamento

Hay una abundancia de evidencia que indica que la revelación del Nuevo Testamento fue comunicado a los escritores con palabras. Considere las referencias a continuación:

Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y él vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él. Y una voz del cielo decía: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él» (Mt 3:16-17).

Entonces apareció una nube que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!» (Mr 9:7).

 Él recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre, cuando desde la majestuosa gloria se le dirigió aquella voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él». Nosotros mismos oímos esa voz que vino del cielo cuando estábamos con él en el monte santo. Esto ha venido a confirmarnos la palabra de los profetas, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en sus corazones. Ante todo, tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie. Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo (2P 1:17-21).

En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó de repente a su alrededor. Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía:

—Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

 —¿Quién eres, Señor? —preguntó.

—Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—. Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer (Hechos 9:3-6).

La evidencia es abrumadora que Dios usa las mismas palabras del lenguaje de la humanidad para comunicarse con sus agentes escogidos. Note estos ejemplos adicionales: las instrucciones a Ananías17; la visión de Pedro18; y las palabras de consuelo y dirección a Pablo:

Una noche el Señor le dijo a Pablo en una visión: «No tengas miedo; sigue hablando y no te calles, pues estoy contigo. Aunque te ataquen, no voy a dejar que nadie te haga daño, porque tengo mucha gente en esta ciudad» (Hch 18:9-10).

A veces nos preguntamos cómo los escritores del evangelio podían recordar y escribir las mismas palabras de Jesús años después. Jesús nos da la respuesta:

Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho (Jn 14:26).

Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir. Él me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes (Jn 16:13-14).

Es más, el apóstol Pedro concordaba en que los escritos de Pablo eran parte de la Biblia.

Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estos acontecimientos, esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él. Tengan presente que la paciencia de nuestro Señor significa salvación, tal como les escribió también nuestro querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio. En todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición (2P 3:14-16).

Oro que usted el lector va a tomar un punto de vista elevada de la Biblia. Reconozco que pueda causar problemas en algunos de ustedes. Sin embargo, he concluido que la evidencia para un punto de vista firme en la inspiración oral es bien fundada. En vez de disminuir la Biblia cuando no podemos entender algo lógicamente, vamos a reconocer que el Creador infinito percibe cosas que no podemos ver. Debemos doblar la rodilla tanto al misterio de la actividad divina como a su manera de comunicar Su revelación a nosotros. Lo que Pablo dice en otro contexto aplica aquí:

«Antes bien, sea Dios veraz y todo hombre mentiroso…» (Ro 3:4).

La suficiencia de la Biblia

De modo que Pablo percibía que muy pronto sería asesinado a causa de su fe, habló con Timoteo, su «hijo en el evangelio» con sus instrucciones finales y significativas:

Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra (2 Timoteo 3:15-17).

Lea cuidadosamente esta porción otra vez. Podemos estar seguros que la Biblia es todo lo que necesitamos. Nos da sabiduría. Esta sabiduría nos dirige a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. «Toda19 la Escritura», incluso ambos Testamentos es inspirada por Dios. No tenemos que eliminar todos los milagros o las cosas que no entendemos. Puesto que es inspirada por Dios, la Escritura es beneficiosa o útil para enseñar y debe ser el fundamento de la enseñanza cristiana. Los pastores deben ser capaces de manejar la Palabra de Dios en una manera concienzuda y honesta. Es más, la Biblia corrige nuestro descarrío. La lectura de las Sagradas Escrituras nos ayuda a quedarnos fieles; corrige nuestro rumbo, nuestras vidas, y nuestras decisiones. También, el estudio de la Biblia nos enseña en la rectitud en cómo ser adecuados. Aquí la palabra «adecuado» significa perfecto, completo o capaz para toda buena obra.

Si un individuo tiene salvación, sabiduría y una herramienta que es útil, instructiva, correctiva, que instruye en la justicia y capaz para toda buena obra, ¿qué más necesita? La Escritura es suficiente porque es inspirada por Dios. Este versículo de 2 Timoteo armoniza perfectamente bien con lo que Jesús dijo: «Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad». En otras palabras, si seguimos el patrón bíblico, la oración de Jesús será realizada en nuestras vidas; vamos a ser santificados en la verdad porque Su Palabra es la verdad.

Aquí encontramos el patrón para la vida cristiana. El patrón es suficiente para todo lo que necesitamos, y nos lleva a un destino glorioso. Puesto que tenemos este patrón dado por Dios, nuestra responsabilidad es «golpearla» cuando cualquier enseñanza desvía del patrón de la Biblia.

La verdad cristiana debe basarse en la Biblia sola

Éste era el grito de guerra de la Reforma Protestante. Debemos tener cuidado de no dejarnos engañar por los argumentos enrevesados de las sectas que dicen que siguen la Biblia:

  • Algunos dicen que la Biblia predijo que su profeta moderno iba a aparecer; por lo tanto, sus escritos deben tener la misma autoridad de la Biblia.
  • Algunos dicen que las Biblias usadas por la iglesia cristiana actual han sido corrompidas cuando fueron traducidos del «arameo original» al griego, aunque los primeros manuscritos fueron escritos en griego, y hay amplia evidencia de que mucha gente de los días del Nuevo Testamento, incluso a Jesucristo, eran bilingües y hablaron arameo y griego.
  • Algunos dicen que la Biblia ha sido «corregida» por su profeta.
  • Algunos publican y promueven una «Biblia» corrompida que apoya doctrinas no bíblicas. Los lectores de tal «Biblia» van a ser engañados y desviados del evangelio verdadero y la verdad santificadora.

Las Biblias literales que tenemos hoy en día en inglés como English Standard Version, la Updated New American Standard, la New English Translation o la New King James son muy precisas y confiables y deben ser las fuentes de nuestro estudio bíblico doctrinal. Sí, podemos confiar en la Escritura para ser nuestro patrón objetivo que nos señala a nuestro Señor y Salvador Jesucristo que vive; y si lo conocemos, tenemos la vida eterna.

Golpear donde parte del patrón

El viejo forjador en la ilustración del doctor Woods era muy experto en su trabajo. Tenía un patrón confiable y entendía bien las consecuencias de lo que sucedía si partiera del patrón. Iba a golpear dónde el metal partió del patrón. Del mismo modo, nosotros tenemos el patrón confiable y comprobado de las Sagradas Escrituras. Debemos ser tan vigilantes como ese herrero y rechazar cualquier desviación de la Biblia, la que es la misma palabra de Dios.

Y si alguno quita palabras de este libro de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, descritos en este libro (Apocalipsis 22:19).

Es verdad que la cita anteriormente mencionada se refiere principalmente al libro de Apocalipsis. Sin embargo, la organización de los libros de la Biblia no es aleatoria. Génesis es un libro de comienzo y por lo tanto, se lo encuentra en el principio del canon. Apocalipsis se trata de los tiempos finales y es apropiado para terminar las Sagradas Escrituras. Tiene docenas de citas de otros libros bíblicos y termina acertadamente el canon de la Escritura. Por lo tanto, vale más extender la advertencia dada en Apocalipsis al canon entero de la Biblia.

Debemos entender nuestro patrón bíblico tan bien que cuando aparecen algunas enseñanzas que empiezan a desviarnos de la verdad santificadora de la Biblia, podemos saber cuándo es tiempo de «golpear».

Lea las citas a continuación. Usted puede decidir si hablan con la inspiración de Dios y si están de acuerdo con la Palabra confiable de Dios.

«Cuando Moisés estaba encerrado en el monte con Dios, el plan de salvación, datando desde la caída de Adán, fue revelado a él» (Selected Messages, vol. 1, pág. 231-232).

«Ahora, nuestro gran Sumo Sacerdote está haciendo expiación por nosotros, debemos intentar ser perfectos en Jesucristo» (The Great Controversy, pág. 623, 1888).

«Pero Jesucristo dio su vida para que el ser humano pudiera tener otra prueba. No murió en la cruz para abolir la ley de Dios, sino para obtener para la humanidad un segundo período de prueba» (Testimonies to Ministers, pág. 143).

«El ser redimido significa dejar de pecar» (The Advent Review and Sabbath Herald, 71-35-1, el 28 de agosto, 1894).

«Los que aceptan al Salvador, no importa cuán sincera su conversión, nunca deben ser instruidos a decir o sentir que son salvos» (Christ´s Object Lessons, pág. 155).

«Usted tiene un gran trabajo que hacer… Es imposible que usted sea salvo tal como es» (Testimonies for the Church, vól. 2, pág. 316).

«Obedecer los mandamientos de Dios es la única manera de obtener su favor» (Testimonies for the Church, vol. 4, pág. 28).

«Debemos ser reconciliados con Dios por medio de la obediencia de su ley y la fe en Jesucristo» (Testimonies for the Church, vol. 4, pág. 294).

«Los que están viviendo en el mundo para cuando la intercesión de Jesucristo cede en el santuario celestial van a pararse a la vista de un Dios sagrado sin mediador» (The Great Controversy, pág. 425, 1888).

«Observé que el Antiguo Jerusalén nunca sería edificado» (Early Writings, pág. 75).

«… si tú [Ellen White] eres fiel, tú con los 144.000 va a tener el privilegio de visitar a todos los mundos» (Early Writings, pág. 40).

«El poder de Dios descendería sobre mí y estaba plenamente capacitada para definir lo que es la verdad y lo que es error» (Gospel Workers, pág. 302).

«Mientras los puntos de nuestra fe fueron establecidos así, nuestros pies fueron colocados sobre un fundamento sólido. Aceptamos la verdad, punto tras punto, bajo la demostración del Espíritu Santo. Me llevaría en una visión y se me dieron explicaciones» (Selected Messages, vol. 3, pág. 32).

«Se me reveló la compañía presente en la Conferencia. Dijo el ángel: “Alguna comida para los gusanos, algunos sujetos de las últimas siete plagas, algunos estarán vivos y permanecerán en el mundo para ser trasladados cuando Jesús viene”. Palabras solemnes eran, dichas por el ángel» (Testimonies for the Church, vol. 1, pág. 131-132, escrito en 1856).

«Mi trabajo durante los últimos treinta años lleva el signo de Dios o el signo del enemigo. No hay obra a medias en el asunto. Los Testimonies o son del Espíritu de Dios o son del diablo» (Testimonies for the Church, vol. 4, pág. 230).

La Biblia es la palabra eterna, inerrante y suficiente de Nuestro Dios Trino. Debemos rechazar todo menos la última cita de Ellen White aquí. Sus escritos han desviado del patrón claro de la Biblia, y para ser fiel a la Palabra de Dios, tenemos que terminar nuestra conexión con una profetisa que proclamaba que hablaba por Dios, pero que contradecía la Biblia. No solo contradicen la Biblia muchas de las declaraciones de Ellen White, sino también socavan el evangelio. También es claro que el «ángel» de Ellen White no dijo la verdad en muchas ocasiones. Esta debe ser una advertencia importante para nosotros.

Pero aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición!  Como ya lo hemos dicho, ahora lo repito: si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición! (Gá 1:8-9).

Sí, debemos golpear dónde los escritos de Ellen G. White parten del patrón confiable de la Biblia.

«Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad» (Jn 17:17).

 

Notas finales

 

  1. Ya fallecido.
  2. 1 Corintios 1:11; 2 Timoteo 2:21; Hebreos 2:11; 10:10, 14, 29.
  3. Romanos 1:1.
  4. Baker Book House, Grand Rapids, Mich., 1992.
  5. Génesis 5:1; 6:9; 10:1; 11:10, 27; 25:12, 19; 36:1, 9; 37:2.
  6. Animo a nuestros lectores a comprar White Washed por Sydney Cleveland y leer el capítulo titulado “Failed Prophecies”.
  7. Wayne A. Grudem, Scripture and Truth, pág. 22, Baker Book House, Grand Rapids, Michigan 1992.
  8. Ibid., p. 23.
  9. Mateo 12:41.
  10. Ro 4:10.
  11. Ro 4:19.
  12. Ro 9:10-12.
  13. Heb 9:1-5.
  14. Heb 11:3.
  15. Heb 11.
  16. Leon Morris, The Gospel According to John, pág. 526, 527. Wm. B. Eerdmans Publishing Co., Grand Rapids, Michigan, 1971.
  17. Hechos 9:11-16.
  18. Hechos 10:13.
  19. Se puede traducirlo como «cada Escritura» pero hace poca diferencia.

    Dale Ratzlaff es el fundador de los ministerios Life Assurance, Inc., y dueño de LAM Publications, LLC. Sirvió como pastor adventista durante 13 años; siete de ellos, en la Academia Monterey Bay, donde enseñaba Biblia. Él y su esposa, Carolyn, partieron de la iglesia Adventista en 1981, cuando él se dio cuenta de que ya no podía continuar enseñando el juicio investigativo por cuestiones de conciencia. Dale ha escrito Sabbath in Christ (Sábado en Cristo) y Cultic Doctrine of Seventh-day Adventists (La doctrina sectaria de los Adventistas del Séptimo Día), The Truth About Seventh-day Adventist “Truth” (La Verdad sobre la «verdad adventista») y Truth Led Me Out (La verdad me llevó hacia fuera). Estos libros están disponibles en su sitio web: www.LifeAssuranceMinistries.com. Los Ratzlaff viven en Camp Verde, Arizona.