Cuffs

 

Últimamente, la legislatura unicameral de Nebraska votó para revocar la pena de muerte. Luego, el cuerpo dominado por el partido «Republicano» votó para anular el veto del gobernador Republicano. Fue una evolución imprevisible y sorprendente de los acontecimientos en un estado firmemente «rojo» (Republicano). Naturalmente, este coup legislativo ha engendrado mucha discusión aquí. No voy a entrar en el debate en esta columna, pero quisiera hacer unos paralelismos que he tenido en la mente recientemente.

Conectada con el debate de la pena de muerte, ha habido mucha conversación sobre los diez hombres en el corredor de la muerte de Nebraska. Si puede soportarlo, puede hacer una búsqueda por Google. No es difícil encontrar resúmenes de los crímenes por los que fueron condenados. Todos son atroces en extremo. Una lectura de estos relatos engendra el horror que a uno lo hace arder hasta el enojo, antes de estallar de melancolía al contemplar la depravación total de la humanidad. Para cuando llega a la décima historia, usted estará herido en lo más profundo de su corazón y va a tener un anhelo profundo de justicia.

Yo diría que lo que experimentamos mientras leemos estas historias es producto del Imago Dei, la imagen de Dios reflejada en Su creación. Sentimos horror, ira, tristeza y la necesidad de justicia porque nuestro Creador nos creó para reflejar algunos de sus atributos. La diferencia entre nosotros y Dios es que tendemos a experimentar la ira contra el pecado solamente en los casos más extremo e impactante, y solamente por un tiempo corto. Nuestra indignación se desvanece mientras el ciclo de las noticias continúa al próximo reportaje.

Por otro lado, Dios es absolutamente perfecto en Su justicia, Su santidad, y Su ira contra el pecado—todo el pecado. La ira que estalla tan brevemente en nosotros cuando oímos de un crimen depravado solamente es un tenue reflejo de lo que Dios siente, todo el tiempo, contra todo lo que está por debajo de Su estándar perfecto. Como un Dios que es absolutamente perfecto en todos Sus atributos, Él no puede hacer la vista gorda ante cualquier pecado, y no puede simplemente dejar de lado la justicia. Como resultado, en nuestros estados naturales, todos estamos bajo la ira de Dios y una sentencia de muerte. Déjame hacerlo más personal: yo merezco la pena de muerte, y usted también la merece.

En mi vida anterior, no apreciaba plenamente la realidad asombrosa de la ira de Dios. Por consiguiente, no comprendía la profundidad de mi depravación. Pensaba que si podía corregir mis errores, tal vez todo se resolvería. Pero esta manera de pensar subestimaba la ira de Dios contra todo el pecado. Aun si yo hubiera vivido mágicamente una vida perfecta desde ese momento, ya habría fracasado. Nada que pudiera hacer podía acabar con la disparidad entre mí y un Dios perfecto. La única cosa que merecía, no importa lo que hacía, era un turno eterno en el corredor de la muerte final.

Afortunadamente para nosotros, Dios también es absolutamente perfecto en Su amor, Su misericordia y Su gracia. Puesto que nos ama, tomó Su ira natural contra nuestro pecado y la derramó en Sí Mismo en la persona de Jesús. El peso eterno de la ira de Dios contra cada pecado cometido, grande o pequeño, fue derramado en Él mientras estaba colgado en la cruz. Jesús vino como hombre, vivió una vida perfecta, y nos acreditó Su justicia. Pagó la deuda total del pecado, muriendo en nuestro lugar, bajo la ira de Dios. Entonces, Jesús resucitó de la muerte para asegurarnos la vida eterna en Él y para hacernos coherederos con Él.

Es imposible apreciar plenamente cuán buenas son las Buenas Noticias hasta que uno siente la profundidad de las malas noticias. La verdad es que, según los estándares perfectos de Dios, soy ladrón, asesino, adúltero, y mentiroso. Nunca voy a merecer nada más que la muerte. En Cristo, soy un hijo de Dios en buenas relaciones. Celebramos las buenas noticias de que no voy a conseguir lo que merezco. Alabado sea Jesús.


Chris Lee vive en Lincoln, Nebraska, con su esposa, Carmen, y sus hijas, Ashlyn y Alyssa. Van a la iglesia Lincoln Berean. Chris se Chris Leedescribe como «adicto a la teología», cuya misión es proclamar la gracia incomprensible de Jesús de manera clara, comprensible y bíblica. Chris es redactor del blog ¡Proclamación! en ProclamationMagazine.com. Pueden comunicarse con Chris por correo electrónico a ambulater@gmail.com.